FAVOR DE ALIMENTAR A HOLMES Y A HELSING, GRACIAS.



viernes, 23 de septiembre de 2011

APOCALYPTO: CLASE DE HISTORIA MUY, MUUUUY GRÁFICA

Ajá, ha sido otro de esos días que no hay nada en la tele...
NUNCAMÁS: Ah, pero, ¿y Titanic?
Pff, no estaba de humor para un romance en un barco que se hunde, tenemos muchos de esos en Xochimilco. En fin, como les decía, Mel Gibson me parece buen actor y buen director (nomás que no cante porque asusta hasta a las urracas o__o), y nunca me he quejado de sus producciones... excepto la de Corazón Valiente que aunque es genial definitivamente me aburre, y no tengo idea de porqué.
En fin, como iba yo contándoles, el otro día aproveché y vi la de Apocalypto, no muy conforme con las críticas que de ella se habían hecho, como que oslo era una película sangrienta o (como dijo mi abuelo) que resultaba hasta patética. Así que me puse a verla.
¿Y de qué trata? Bueno, les cuento sin darles spoilerazos de esos que echan a perder las peliculas.

Èrase una vez en el México prehispánico una aldea maya con niños y niñas, señores y señoras y hasta un viejito que contaba cuentos (es en serio, ¿eh?). El hijo del jefe estaba casado con una linda muchacha y estaba embarazada de su segundo bebito. Todo era hermoso hasta que llegaron los guerreros malos malotototes de una enoooooorme ciudad maya, muy alejada de las paradisíacas selvas donde vivía nuestro simpático protagonista, y como es la costumbre entre las diversas culturas de Mesoamérica, estos guerreros se escabecharon a algunos individuos y apresaron a muchos más, llevándoselos en una laaarga caminata por selvas, ríos y montañas hasta su ciudad hermosa, pero que muere por culpa de una sequía que parece no tener fin. ¿Y para qué quieren estos encantadores guerreros vestidos con huesos de animales y de personas a los simpáticos pobladores de la aldea? aaaaah eso es muy fácil: como tienen sequía, los sacrificarán al dios Kukulcán para ganar su favor y que vuelvan las lluvias.
En este punto nosotros ya tenemos tres historias deliciosamente combinadas: la del protagonista, un muchacho valientísimo que lo único que quiere es huir de la pirámide de sacrificios, de la ciudad y de los locos que lo atraparon para volver con su familia; la esposa y el hijo de éste, que sobreviven al ataque ocultándose en un cenote seco, y por último y con menos relevancia, la relación de un guerrero malo malototote con su hijo guerrero malo malototote también. Oh, y hay una escena muy significativa y que le da nombre a la película: cuando una niña abandonada predice el final del reinado maya y da varias señales, una de ellas (y aparentemente la más inverosímil) habla de la furia de un hijo de los dioses, un hombre-jaguar.
¿Conclusión? Esta es otra de esas películas extremistas: o la amas o la odias, o te gusta o la aborreces, o le entiendes o sientes que te estuvieron hablando todo el tiempo en chino cuando en realidad estuvieron todo el tiempo hablándote en maya. Las escenas son, en su mayoría, frías; no hay una historia de amor rosita, no hay coreografías de baile y canto (sniff, eso hubiera sido bonito), no tenemos momentos dorados que quieras disfrutar con tu familia, esto es, únicamente, la presentación de la decadencia de una civilización poderosa. El final, quizá un poquito históricamente inexacto, te dejará angustiad@ y hasta preocupad@, pero al menos la tensión de los minutos previos habrá bajado lo suficiente para que te sientas a gusto.
Tenemos de todo: patadas, gritos, mordidas, ejecuciones, animales salvajes y lo más impactante: sacrificios humanos en vivo y en directo. ¿Recuerdas cuando en Historia de México te platicaban de cómo les sacaban el corazón a las víctimas y luego los aventaban templo abajo rodando por las  microescaleras? Ah pues tus sueños más sádicos (o deseosos de información) se saciarán con esta brillante escena.
Hay un par de cosillas que no me gustaron, y que mencionaré: una de ellas es el final, que como dije es historicamente incorrecto, y el segundo tómalo como spoiler pero no lo es al cien por ciento porque apenas revela una cositititititita de la trama es el hecho de que la gente se haya asustado por un eclipse. Por Dios, se supone que los mayas sabían muuuuucho de astronomía, ¿cómo changos se van a asustar por un eclipse? Y se acabó el remedo de spoiler.
En lo personal, me agradó porque aprendí un par de cosas, como que si se te hincha un ojo por culpa de un golpe, te saques sangrita con una cortadita al lado del ojo y se te bajará, o que las hormigas cabezonas son muy buenas para las suturas o que nunca nunca nunca hay que tocar a una rana de colores bonitos.
Y Lobita le de un 9.5 de 10 porque las dos burradas le bajaron puntos. Pero si desean formarse su propio criterio, la recomiendo ampliamente recordándoles, sean ustedes mexican@s o extranjer@s , que lo que a nosotros nos podría parecer cruel, para los pueblos prehispánicos tenía una razón de ser superior, más allá del sufrimiento infligido o del placer por lastimar.
Adiosito!!

sábado, 17 de septiembre de 2011

DE CICERÓN Y UN PEQUEÑO VERRAS

De esos días que me siento a escribir porque no tengo nada más decente que hacer :/
A veces (cuando estoy en un universo de pastillas antigripales) me pregunto cuál es el problema con los adultos.
NUNCAMÁS: Mira tú, el burro hablando de orejas.
Mira tú, el cuervo metiéndose en lo que no le importa porque no tuvo mamá ¬¬ Ya sé que legalmente pertenezco a ese lindo mundo de estrés, tarjetas de crédito, trabajos de burro y sueldos de algo más feo, pero sinceramente no me siento así. Por dentro, sigo siendo una Lobita pequeñita deseosa de ser libre en un mundo confuso que no es navegado por nadie y del que dependemos obligatoriamente, un mundo anárquico y (les guste o no) incoersible. Hmm... tal vez eso último podría sernos de gran utilidad algún día, pero hoy, no.
 A lo que me refiero es a esos adultos que parecen niños malcriados y, ¿porqué no? a ésos jóvenes que son de espiritu más viejos que Matusalen. Ahí tenemos, por ejemplo, a la siempre bienvenida Señorita Sacatripas, que como ya no puede torturarme a mí, se contenta con molestar a cuanto cristiano se le cruce. Por otro lado, Lobita tieneque lidiar con otras personas, que tarde o temprano se definirán como enemigos o aliados (aunque por el momento ¬¬ la historia no da buenos augurios). Hablo, claro, del séquito de profesores cuya labor es educarme para convertirme en la máxima jurista de Mefistófeles (muajajaja!!) y cuyas formas "subnormales" de educar espantan más que ayudan. Repasemos:
SOCIOLOGÍA JURÍDICA: Triste es el caso. Deprimente, patético, aburrido, imposible. Retroalimentativo, o mejor aún, autoalimentativo, porque delas casi cinco semanas que llevamos en clase nomás no aprendemos nada. ¿Cómo le hacemos? (o mejor dicho, ¿cómo le hace?), la respuesta es: no lo sé. Físicamente, parece una tortuga de tierra. Emocionalmente, es más triste que el Internet cuando se cae.
DERECHO ROMANO: ¿Han visto el capítulo de Los Simpson donde un maestro tiene por castigo único una tabla? Ah, pues hagamos de cuenta, solo que aquí no hay tabla, sino una sarta de rarezas que van desde expulsión del salón de clases hasta súplica en masa. ¿Y porqué? Ah pues porque el de Derecho Romano se siente ofendido hasta si estornudas durante su laaaaaaaaaaaargo (e insomprensible el 80% de las veces) discurso.
INTRODUCCIÓN AL DERECHO: Empezemos con un retraso de 3 semanas y culminemos con su forma de dar clase. Es contundente, sí, seca, objetiva, rara vez se le va el avión, fría y cruel, por decir lo menos, llena de ejemplos simples y magníficos. El único problema es que... bueno... supongamos:
LOBITA: *agitando la mano como si su vida dependiera de ello* Profe, profe, maestro, licenciado, profe, oiga, hey... ¡¡CON UN DEMONIO NO ESCUCHA O QUÉ!!
PROFE: *con una expresión de auténtico estoicismo* ¿Sí, compañera?
LOBITA: En este caso que menciona, según dice...
PROFE: *interrumpiendo abruptamente* No, no es según digo, es que así es el caso.
LOBITA: ¬¬ Bueno, entonces conforme a lo que cuenta el ca...
PROFE: Lo que estoy diciendo es que blah blah blah blah...
LOBITA: O.o... *voz baja* váyase al...
HISTORIA DEL DERECHO: Amena, alegre, tranquila, poco comunicativa eso sí, pero le resta tensión a las dos clases previas. Paz y armonía no reinan, pero aaaah *inserte cara de satisfacción no convencional... eeesa precisamente >:)* la libertad aquí tiene otro significado.
Luego de este breve repaso, notamos una triste realidad: entre más carcamal el carcamal, le bajan más de espuma al chocolate. ¿Porqué? pues eso no lo sé. El de Introducción y Derecho Romano son casos especiales en que vemos lo que se supone que debe ser un adulto, es decir, sequedad, seriedad extrema y hasta depresión semipermanente y contagiosa (por no hablar que el tipo este que se ofende hasta porque la mosca pasó volando tiene un complejo de c... Bueno ya, no insulto). Un adulto realmente DEBERÍA ser alguien responsable, práctico, y lo principal: jamás de los jamases olvidar quién fue, que hubo un tiempo en que echó petardos en el salón de clases, en que se fugó de su casa para irse a una fiesta, en que se la recordó a todos y no le importaba un soberano bledo su futuro. Que alguna vez ellos fueron así y que por lo tanto, no tienen porqué exigirnos ser algo que no fueron, más bien guiarnos para no ser lo que ellos no desean que seamos (mientras nos perjudique).
Ante esta situación, los adultos y su mundo parecen un titánico Cicerón que, desde su trono contruído de ilusiones muertas, intenta por los medios más crueles evitar que el joven y valeroso Verras se interponga en su imperio de tristeza.
Adiosito!!

domingo, 11 de septiembre de 2011

LA RONDA DEL CUERVO

Come little children
I'll take thee away,
into a land of enchantment
Come little children
The time's come to play
Here in my garden of shadows...
Come Little Children (autor desconocido)
LA RONDA DEL CUERVO (CUENTO).
En el parque alguien había construído una arboleda, al centro de todo, un lugar donde sólo crecían los árboles y los arbustos de frutos rojos. Al centro de la arboleda, que parecía un laberinto, alguien colocó un minúsculo kiosko, rodeado por plantas trepadoras que en tiempos de otoño se adornaba con bellas flores rojizas.
A los adultos no les gustaba que jugáramos ahí. Les daba miedo el "pequeño bosque", creían que nos perderíamos o nos lastimaríamos. Pero los niños son tercos, a ellos no les asusta nada. Cuando somos pequeños nuestra mente está libre de muchas ataduras sociales que nos dicen dónde hay que estar y dónde no hay que estar. Por eso los niños entraban a jugar al pequeño bosque.
Dentro, los niños se desperdigaban entre los árboles, trepando a sus ramas lejos de la mirada vigilante de los adultos; las niñas jugaban en los arbustos, recolectando en sus bonitas faldas bordadas las frutas rojizas. Y cuando las correrías de los varones y las labores de las damitas finalizaban, todos a uno corrían al kiosko, donde jugaban diversos juegos de niños que se conocen desde hace cien años.
A veces los niños pelean, eso es algo normal. Discuten sobre sus juguetes, y pelean por saber quién es el más fuerte, o la más linda, o el más valeroso. Para probar el valor, había un juego que a todos les gustaba llevar a cabo ésas tardes frías de octubre, ahí en el kiosko solitario y apenas acariciado por las brisas. Era una ronda que cantaban con voces inocentes tomados de las manos. La llamaban "La Ronda del Cuervo".
A mí no me gustaba esa ronda, a pesar de que su origen era por entero inocente, viniendo de la idea que tienen los niños sobre lo que es aterrador. Pero yo no quería jugar nunca con ellos, y volvía siempre corriendo al lado de mis progenitores, temiendo volver a ver cómo, ante la ronda alegre, pasaban los eventos que siempre ocurrían en el kiosko, en el bosque, en el parque.
Los niños y las niñas por igual entraban al pequeño kiosko, se tomaban las manos y dando alegres vueltas, cantaban con sus vocecitas tiernas y libres de la maldad humana:
"Si a la noche has de temer
Nada aquí debes hacer
Vete y duerme en tu cunita
Antes de al Cuervo ver,
Corre, corre, sin dudar
Porque el Cuervo va allá
Con su gato llegará
Y un buen susto te dará".
El Cuervo. Siempre el Cuervo. Aquél indefenso pajarito que los niños tenían como el monstruo más grande y terrible tenía una razón de ser, de existir en sus mentes en la forma de un miedo real y tangible, un monstruo de mayores dimensiones que el patético Coco o el hombre del saco. Todo comenzó con una obra de teatro el octubre de dos años atrás, y a partir de ello, el Cuervo, ese pájaro de plumas negras, se convirtió en el símbolo del horror para nosotros, los niñitos juguetones de la calle.
Pero yo no quería cantar con ellos. Aunque me llamaran gallina, yo les gritaba:
-¡Gallina, gallina, y mil veces gallina! ¡Pero yo no jugaré a la Ronda del Cuervo con ustedes ni con nadie!
Yo le tenía miedo al Cuervo. Yo lo conocía mejor que ellos. Mis padres... ellos tuvieron la culpa. Ellos lo leían en voz alta por las noches, noches de tormenta y noches de soledad, cuando yo, que no podía dormir, lograba escucharlos. Y el Cuervo hablaba con voz pausada y me erizaba la piel de puro miedo, cuando se elevaba de entre el papel y las letras impresas y platicaba sobre cadáveres, sobre gatos negros, sobre locos, sobre demonios, sobre mujeres misteriosas... Yo le tenía miedo al Cuervo, y jugar su ronda era para mí como la muerte prematura. Como el entierro prematuro.
Y los niños jugaban la ronda como si nada, y la jugaban hasta que el efecto esperado sucedía: de pronto, se alzaba el viento, fuerte, terrible, y agitaba los cabellos de los niños y las faldas de las niñas; entonces todos huían despavoridos, escondiéndose entre los árboles, mordiéndose los labios, llorando en silencio. Y entonces veíamos a los cuervos que vivían en los árboles del parque, y los pájaros asomaban sus feas cabezas y volaban sobre nosotros, graznando con todas sus fuerzas y enloqueciéndonos de temor. Pero luego, el viento cesaba de soplar, los cuervos volvían a sus nidos, y los niños y las niñas que habían sido lo suficientemente valientes volvían al kiosko a reírse y jugar alguna otra cosa.
Jugué una vez, y ese dìa el viento sopló sobre nosotros con tal fuerza que enloqueció a los cuervos antes de escuchar nuestros gritos, y se abalanzaron sobre nuestras cabezas, haciendo que las niñas dejaran rodar por todo el suelo sus frutos rojos, que los horribles animales comían sin dilación. Pero yo, que tuve mala suerte, corrí y caí sobre un montón de bayas rojas, y los cuervos volaron hacia mí, graznando con sus feos picos abiertos de par en par y buscando a mi alrededor su preciado tesoro. Por eso los niños creían que yo no quería jugar, porque los inocentes pájaros me habían atacado, pero no era por eso. Yo no le tenía miedo a los cuervos, yo le tenía miedo al Cuervo.
Pero resultó que un día de octubre, los niños entraron al kiosko a jugar, y cuando alguien propuso jugar su ronda, porque hacía más de un mes que no la cantaban, me obligaron a tomar la mano de mis amiguitos y cantar con ellos sus versos que me llenaban de temor. Y entonces, cuando pronunciamos la última frase, mis rodillas temblaban espectantes, y entonces el viento se alzó. Los niños ya no gritaban, ahora reían gustosos con su viento amigo y se desperdigaban por todos lados, correteando a los cuervos para hacerlos rabiar.
Yo corrí con todas mis fuerzas, huyendo de los graznidos de los cuervos, internándome en lugares del bosque donde ninguno de nosotros había estado. Y mi horror no conoció límites al ver cómo, además de los cuervos latosos, me seguía ahora un grupo nutrido de gatos, cuyo líder era de color negro con ojos amarillos que destellaban en las sombras del pequeño bosque, cada vez más denso y solitario. Corrí, corrí por mi vida y por mi alma, salté arbustos y setos, pisé hongos y hiedras, atravesé telarañas y, por fin, con las fuerzas agotadas, resbalé por el último tramo de tierra verde, y di de bruces con un lugar, un par de metros más abajo, apenas cubierto por maleza y lleno de árboles marchitos.
Me di la vuelta. Los cuervos ya no me seguían, y tampoco los gatos; el problema es que ahora estaba sola, en medio de la nada.
Me puse de pie, mirando a mi alrededor. Una densa niebla rodeaba aquél espacio abandonado, apenas cubierto por tumbas antiguas y medio destrozadas que le daban al paisaje una apariencia aún más lamentable; la luz que se filtraba por entre las ramas de los árboles no era más que una luz pálida y desprovista de la alegría del parque. Estaba, pues, yo sola en medio de un mundo bizarro, lleno de sombras y de frio, donde la muerte imperaba. Donde hasta el Cuervo podría vivir.
Lloré, limpiándome las lágrimas con las manos llenas de tierra, sin importarme que mi vestido estaba sucio y roto, que me había raspado una rodilla, que mi pelo era un desastre. Lloré porque mi cobardía me había arrastrado hasta mis pesadillas más oscuras.
Entonces, cuando más fuerte lloraba llamando desde el fondo de mi corazón a mis padres, apareció aquél hombre vestido todo de negro, con una graciosa corbata de moño negra y su bastón, con su gato a los pies y su cuervo en el hombro, que mirándome afligido preguntó tiernamente:
-¿Qué tienes, mi niña?
Balbuceé que me había raspado una rodilla y que me había perdido. El hombre se arrodilló a mi lado y revisó mi rodilla. Dio un chasquido con la lengua y musitó:
-No, no, yo no puedo hacer mucho ahora. Tranquilizaos, que os llevaré con tu familia. Pero mira, criatura, ¡qué sucio traes tu vestidito! Te has caído de muy alto, ¿no?
-Sí, señor.
-¿Porqué caiste?
-Me perseguían?
-¿Quién?
-Los cuervos y los gatos.
-Mírame. -pidió el hombre, tomando mi rostro en su blanca mano. Lo miré. Reconocí en su faz pálida, sus ojos rodeados por ojeras y su torcido bigote al Cuervo que me asustaba tanto. Lloré más y llamé a mi mamá y a mi papá. El hombre sacó un pañuelo blanco de su bolsillo y dijo:
-No lloréis más, dulce criatura, o te ensuciarás más la cara. Venid. -me tomó de un brazo con mucha delicadeza y me limpió la cara con el pañuelo. -Mas de veras que lamento no traer algún vestido para prestaros, porque este que traes está cubierto de lodo. ¿Habéis caído a la zanja del cementerio?
-Creo que sí. -dije.
El hombre sonrió. Su gato se enroscó en mis tobillos, ronroneando, y el hombre la acarició la cabeza con dulzura.
-Vamos, niñita, venid conmigo. Os devolveré a los brazos de vuestra madre.
-Pero... señor... -balbuceé. -No sé cómo volver. Me he perdido.
-Pero yo sabré cómo volver. Venid, dulce damita, no os preocupéis por nada, no os haré daño, ¿bien? ¿Estáis lista? Pues en marcha.
El cuervo en su hombro tomó vuelo y lo seguimos. El hombre me condujo de la mano por un lado del cementerio donde algunos árboles se cubrían con pequeñas flores blancas; ahí, unas escaleritas de madera graciosamente decoradas por el pasto verde y los hongos de capucha roja nos llevaron zanja arriba, mientras el gato caminaba a nuestro lado con la cabecita y la colita graciosamente levantados. Yo tambaleé por culpa de mi rodilla lastimada, y el hombre se inclinó para tomar otro pañuelo y anudarlo alrededor de mi herida, y seguimos por un camino que parecía provenir de un sueño. Los árboles se inclinaban, uniendo sus copas, y a nuestro alrededor había unos pequeños faroles solitarios con luz azulada; el gato se echó de pronto a perseguir unas mariposas de colores imposibles que rondaban a nuestro alrededor. Y el hombre sonreía tranquilamente, mientras yo, tomada de su mano, no paraba de mirar, sorprendida, aquél lugar de fantasía. Entonces oí un canturreo suave y angelical, pero que con una nota macabra me hizo temblar al principio.
-No os asustéis, mi niña. -me dijo el hombre. -No es más que el viento que susurra en los sauces. Mirad, falta poco.
Era cierto. Poco a poco, los faroles eran cada vez menos, y las mariposas se apartaban de nuestro lado, al tiempo que una luz blanca, más grande, caía sobre nosotros entre las copas de los árboles. Había anochecido ya, y sobre la luz de la luna dorada cruzaba el cuervo, que parecía bailar un lento vals sobre nuestras cabezas. Me sentí cansada, y dos veces tropecé por culpa del agotamiento. El hombre me alzó en brazos y me llevó medio dormida hasta el final de la arboleda.
-Ya estáis en casa de nuevo. -anunció, depositándome sobre el suelo, junto a un cerezo que se mecía al ritmo de alguna dulce canción del viento. -Aquí debéis quedaros, para que vuestros padres puedan encontraros, ¿habéis comprendido, mi niña?
-No me dejes. -pedí, sintiendo deseos de llorar.
-No te estoy abandonando para siempre, mi niñita. Podreís buscarme en las páginas que tanto habéis temido, hasta esta noche que has podido ver que, más allá de mis pesadillas, existió también un alma inocente que, como tú, sólo ha buscado la dicha y la paz. Dormid ahora, pequeñita. -me dijo. -Dormid en paz, y cuando despertéis estarás de vuelta en vuestro hogar.
-¿Es esto un sueño? -pregunté, mientras el hombre acariciaba mi frente.
-Mi niña, todo lo que vemos o parecemos no es sino un sueño dentro de un sueño. -susurró, y caí en un profundo sueño.
Me despertaron las voces de mis padres, que estuvieron buscándome largamente y al hallarme me abrazaron como nunca. Lloraron los dos, lloré yo también, y miré atrás. La bella arboleda de sauces y mariposas ya no estaba, solo quedaba el sauce bajo el cual me había dormido, y un extenso pedazo de bosque que conducía al kiosko.
Desde ese día, los adultos ya no querían que jugáramos en el kiosko, y ordenaron al Gobierno quitar el bosquecillo, dejando descubierto el jardín de arbustos con frutos rojos y, por alguna razón, una fila de tumbas abandonadas, que llenó de temor a los padres y llenó de curiosidad a los pequeños.
Ya no cantaron la Ronda del Cuervo, porque ya no les divertía. Yo tampoco la canté, porque no me parecía una letra lo suficientemente lista, y los niños se ponían a jugar entre las tumbas, ahí donde los adultos no podían cuidarnos, y yo me sentaba en el borde del precipicio a cantar:
Ven, lindo cuervo
Vamos a jugar
Juntos bailando en el sauce
Ven, dulce cuervo
Vamos a soñar
Y juntos siempre cantando...
FIN

NOTA: Aquí las canciones que inspiraron el cuento (o sea las canciones que estaba oyendo cuando lo escribí).
The Inquisition Symphony -Apocalyptica
Come Little Children -Hocus Pocus
Music Box -Silent Hill 2

viernes, 9 de septiembre de 2011

SITUACIONES AUTOBUSESCAS Y MAMÁ LOBA EN LA ANTIGUA GRECIA

Debido a que, como sabrán, su querida Lobita Nocturna está tomando los estudios requeridos para convertirme en jurista del infierno, me es cruelmente necesario andar en camión para llegar a mi Alma Máter (tradúscalo como "la U de L, o sease la Universidad de Lobolandia).
El camión, también conocido como el bus, la micro, el colectivo, el omnibús, el minibús, el bondi, el guagua (no sé porqué), la chiva (esperamos que no sea por el olor), el autocar, el pesero, el trolebús, el "córrase por en medio porfas"... En fin, como se le conozca, es según el diccionario un medio de transporte colectivo. Pero según el Lobidiccionario, o mejor aún, como un usuario promedio lo conoce, es una balsa mortal en cuatro ruedas al que asciende cualquiera con ingresos para hacerlo, y esto incluye una amplia gama de personajes como:
-Señora Gorda y fodonga que se deja caer en el primer asiento que halla habitualmente el asiento preferencial, o peor aun, el asiento vacío junto a tí); aguas porque si te toca junto a esta señora es posible que te pase esto: si estás en el asiento del pasillo, poco a poco su tejido adiposo te empujará de tu sitio habitual al suelo, y si vas en el asiento de la ventana, simplemente te aplastará.
NOTA: La señora gorda puede variar de sexo, o sea que también hay hombres gordos fodongos que.. bueno, ídem.
*Críos de primaria y/o secundaria, reconocibles por su ruido intenso al subir y por sus mega mochilas que usan como la policía ugtiliza sus mazos abre-puertas, o sea para romperte toda la...
*Señoras con niños de edad entre 2-10 años (de los 11 en adelante ya no cuentan) que vienen haciendo un ruidajal que supera al provocado por la pareja "Señora con bebé o niño de brazos". Digo, el bebito se reducirá a llorar, pero los chamaquitos estos gritan, se pelean, lloran, babean, o acercan sus repulsivas manos pegajosas a un sitio muy pero muuuuuuy cercano a ti. Si eres tan inocente o atrevido (o idiota, para fines prácticos) como para sentarte o colocarte junto a uno de estos "angelitos" y llevas camisa blanca o una prenda de dificil lavado, será como irte así vestid@ a la Feria del Mole.
*Muchachos sin neuronas que ponen el celular a todo volumen con los mejores éxitos de duranguense y reggaeton. Habitualmente, el escucha promedio de reggaeton es un tipo con cara de criminal (o simplemente feo) que usará OBLIGATORIAMENTE pantalones de mezclilla demasiado grandes que le quedarán a media nacha y con mil dobladillos para que se noten sus piernas de gorila o sus inocentes calcetitas blancas, tenis de aspecto raro y camisas deportivas que, por alguna razón, no te inspiran a practicar deporte. Los de duranguense se visten un poco más "formales", pero su música resuena más duro en los tímpanos (yo lo comprobé... AUCH!!).
* Chicas "super nice" que irán vestidas "a la última tendencia" con bolsotas "caras" (la mayoría son de tianguis, que no se hagan) y usando los eternamente clásicos lentotes de sol... a las 8:00 p.m. Otro vestuario es el de colegiala que parece de esas mujercitas de los anuncios de fotos pseudopornográficas que descargas a tu celular en los anuncios que pasan en la tele. Ajá, igualitas, con las falditas mega cortas, extensiones en el pelo y maquillaje tan exagerado que no sabes si son estudiantes de Payasología II. Estas personitas harán ruido con su risita estridente, hablarán sobre chismes de vecindad haciéndose las finas pero intercalando el eterno "wey" y groserías... un poco más macabras.
* Hombres expertos en sentarse y ser como piedras: ni una catástrofe natural los hará moverse de su asiento. Están sentados desde que tú te subes, no se mueven, no hablan, no observan, estarán dormidos o haciéndose los dormidos, quizá oyendo música con audífonos y usando su mochila (negra típicamente) como almohada. Cuando te bajas... sí, siguen ahí.
* Cirque du Freak, o sea los especímenes raros como: gays, góticos, emos, gitanos (oooh sí, en Lobolandia hay gitanos) y todas las rarezas que se te ocurran.
* Limosneros que vienen en diversos paquetes: trovador sin trabajo (ni talento), rehabilitado de drogas, o alcohol, o chocolate, minusválido con voz chirriante (algún día sabré porqué), o ya rozando con lo descarado, persona X que alega haber tenido un problema del tipo monetario que pide "una ayudadita de sus hermanos mexicanos".
* Vendedores, también en varias presentaciones: vendedor de dulces, vendedor de medicinas naturistas (que hasta te hacen prueba en vivo), y los más estresantes: los vendedores de MP3, que siempre pero siempre traen el MP3 de "los mejores éxitos" de... sí, de banda ¬¬
*Señores con paquetes misteriosos y señoras con bolsas de mandado que rivalizan con los de los bultos.
* Anciano o anciana que es habitualmente el que más sufre en el viaje, porque entre que lucha por agarrarse de los tubos y luego por agarrar un asiento, y luego para bajarse.
* Lobita (sí, cuento como pasajero hum??). Paga en moneda o traspobre (perdón, trasvale), si se puede sentar se sienta, te pedirá amablemente que le permitas pasar al asiento desocupado a tu lado, te cederá el asiento si estás muy carcamal o muy embarazada, mirará hacia la ventana como en el infinito y más allá, y le costará un h... y otro a medias bajarse porque sinceramente los microbuseros conducen como bestias.
Y ahora que conoces tu entorno, debes conocer algunas posibles situaciones que te ocurrirán en el camioncito:
PARADA 1: EL ASIENTO MALDITO.
Si te toca sentad@ quizá sea bueno... pero puede que el asiento esté roto (y no te hayas dado cuenta), o te toque el asiento de la ventana y el bus se atasque, provocando que termines cual calcamonía en la ventana, o te hayas sentado en el asiento debajo de la rueda (aquí sí rebotas porque rebotas) o en el asiento haya un chicle, o cositas de esta índole.
PARADA 2: RÀPIDO Y FURIOSO RETO FEDERACIÓN-HIDALGO.
Ya es oficial: todos los microbuseros son en realidad conductores de la NASCAR frustrados. Arrancan en segunda cuando tú estás inocentemente guardando tu cambio y totalmente vulnerable a las leyes de la gravedad, o por ganarle al semáforo te dejan como imbécil en la parada (o ya de plano les pides bajar y, por el mismo motivo, te abren la puerta como cinco cuadras después), o se ponen a jugar carreritas con: otros camiones, los coches, las bicis, el perro, el pobre menso que corre tras él pidiéndole la parada a grito pelado...
PARADA 3: MÚSICA FINA.
Raro y contado es el microbusero que va oyendo música decente (en mi vida solo hallé dos, uno que iba escuchando éxitos ochenteros y otro música romántica, y el segundo era mujer). Al subirte le darán con todo a las bocinas ubicadas en la parte de atrás con la mejor duranguense o, ya rozando con el mal gusto, el reggaeton. Y si esto no es ya suficiente tortura, añádeles los animales que se suben con sus celulares y ponen la misma cochinada, y luego los vendedores que ya mencioné.
PARADA 4: SENTÁNDOSE CON EL ENEMIGO.
Cuando te subes al camión con una persona más y se sientan juntos, pues bueno, ya la hiciste. Pero si te toca sentarse junto a un perfecto extraño, pasan cosas raras, porque el perfecto extraño puede ser un bello durmiente que terminará babeando sobre tí, o una persona que lleva en las piernas a un crío insoportable, o ya de plano su olor te hará recordar el día aquél que te diste de cara con una popó de perro o... ve tú a saber.
PARADA 5: EJERCICIO CAMIONIL, ALIAS...
Te tocó ir parad@. Prepárate porque irse de pie es como hacer ejercicio intensivo y extensivo. Pondrás a prueba tu fuerza para agarrarte del mísero pedazo de tubo que te tocó, para aguantar los arrancones y frenadones que amenazan con empujarte o jalarte hasta la parte de atrás del camión, darte de bruces con otros pasajeros parados, rozaduras, llegues misteriosos, golpes y hasta guerras de manos para ganar el pedacito de tubo disponible.
PARADA 6: AUTO SARDINA.
El cuate que conduce el camión promedio tiene (muy probablemente) un serio problema de vacío existencial que, cuando otros intentan llenarlo con comida o comprar frívolas, él lo llena con... pasajeros. Entre más lleno esté el camión, mejor para él. Hay casos "soportables", cuando todos en el bus van sentados y hay un grupo moderado de personas en pie, casos insoportables cuando hay una marabunta parada que no te permite moverte, y casos extremos donde van ambas puertas abiertas porque el interior del camión no basta para todos los pasajeros, las ventanas van cerradas y hace calor de 32º.
No se rían, esto pasa muuuuy seguido. Yo voy dentro de ese camión, a ver, encuéntrenme.
Y bueno, luego de estos amables consejos los dejo con una ùltima historia. Esta vez no es sobre mí, sino sobre Mamá Loba.
Verán ustedes, Mamà Loba tiene similitudes con Lobita en cuanto a las manías. Ella, por su lado, tiene una manía muy fuerte, que nunca ha podido quitársele en años y años de tenerla. Resulta que el otro día, mientras mirábamos Furia de Titanes, Mamá Loba se puso a hojear sus viejos libros de mitología griega y de etimologías. Entonces...
LOBITA: ¿Qué lees, mamá?
MAMÁ LOBA: Mi libro de etimologías. Escucha... (suelta una frase rara en griego antiguo).
LOBITA: O.o ¿y eso qué fue?
MAMÁ LOBA: Es de Aristóteles.
LOBITA: Aaaah... ¿me prestas tu libro?
MAMÁ LOBA: ¡No!
Ajá. Mamá Loba sabe hablar griego, y leer griego, aunque escribir griego es ya algo más complicado. También sabe un poco de latín, pero practica más el lenguaje de los filósofos. Oh sí, ella tiene un gran amor por Grecia, un amor que roza con lo infantil porque deberían ver la cara que pone cuando lee sus enciclopedias... me da miedoooo...
Y por fin, los abandono para que pasen un delicioso fin de semana. ¡¡Adiosito!!

martes, 6 de septiembre de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS MICH!! (ALIAS MR. HYDE, ALIAS ETIÈNNE, ALIAS...)

NOTA: Si me dijeran todos y cada uno de ustedes, mis queridos Hartitos, cuándo cumplen años, también les haría su regalo (como ese del día de Navidad...). Así que por el momento tenemos solo este, un cuentito que se me ocurrió de pronto ayer cuando me enteré apenas del cumpleaños de Mich Max alias... bueno, todo lo que dije arriba. ¿Liiiiiiiiiiiiiiiistooooooooooooos?

EL PRÍNCIPE
Érase una vez, en un sitio y un tiempo ya borrados por las olas que estallan en las doradas playas del recuerdo, un campo hermoso cubierto de flores, que desembocaba, por un lado, a un hermoso pueblo, y por el otro, a un palacio señorial, de aspecto renacentista, rodeado por sus cuatro lados de un jardín hermosamente cuidado, adornado con las rosas de Castilla más hermosas y vivaces, los claveles más puros, y con bellas estatuas de mármol que retrataban en dulce armonía los más sublimes sentimientos de los hombres.
En aquél palacio señorial vivía en soledad el príncipe. Este era un hombre demasiado joven para gobernar, pero demasiado sabio para saber cómo cuidar de sus territorios; había, según muchos, cierto encanto misterioso en sus ojos negros, su perfil griego, sus manos hábiles y su voz astuta que dejaba, irremediablemente, hechizados a todos aquéllos que le vieran y le escucharan. Él no era, como podría pensarse, uno de esos príncipes crueles que usaban sus encantos para martirizar a su pueblo, ni tampoco un vulgar seductor que se divertía a costa del cariño sincero de las mujeres, pues para él esas eran cosas demasiado nauseabundas para siquiera ponerlas en práctica.
Sin embargo, el principe tenía, efectivamente, cierto gusto por las mujeres que hubiera parecido repugnante de no ser por el modo sutil en que lo llevaba a cabo. Era metódico y discreto, valiente y sagaz, y podía en igualdad declamarle un poema detallado a una campesina que murmurarle al oido un dulce cumplido a una condesa. Enamoraba, a falta de una mejor palabra para describir sus acciones, a toda mujer existente sobre la tierra, fueran jóvenes, viejas, ricas, pobres, nobles, plebeyas, sin importar su físico ni su voz ni el cómo o dónde vivían. Jamás nadie comprendió cuál era el misterio de aquélla actitud seductora, pero mientras la envidia y el recelo de los hombres de la comarca aumentaban, lo mismo sucedía con el cariño franco de las mujeres del mismo lugar.
Un día, el príncipe enfermó gravemente. Los hombres, calladamente, se alegraron al ver cómo sus continuas correrías con las damas habían tocado su final. Ancianas, jovencitas y hasta niñas elevaban sus oraciones llenas de respeto y amor por la salud de su adorado príncipe, y por muchas semanas esta fue su única labor. Sin ellas laborando con sus mismas energías alegres en el campo y en el pueblo, las flores se marchitaron, los cultivos se enfermaron, las calles de su comarca se cubrieron de silencio y de suciedad.
Los hombres maldijeron al príncipe, ¿cómo podía ser que un patán y un mentiroso de su calaña pudiese provocar tal descontento y tal descuido? Furiosos, marcharon a los campos y trataron, en vano, de continuar con las labores que las mujeres ya no hacían, pero sin resultado. Y este hermoso lugar y tiempo se convirtió en una tumba en vida.
El príncipe, en los estertores de agonía, abrió los ojos en medio de su oscura habitación y suplicó a su única criada, que había permanecido fielmente a su lado, que lo acercase a la ventana para mirar el campo. Mas al ver la tierra infértil y las flores secas, el príncipe se sintió morir y cayó desvanecido. Al despertar, su bella voz sollozó:
-¿Pero qué ha pasado con el hermoso campo de flores? ¿Qué ha sucedido con el pueblo radiante?
-Ay, mi señor. -se lamentó la criada. -Vuestras amadísimas mujeres han pasado ya tanto tiempo rezando por vos que han olvidado por completo sus labores.
Entonces el príncipe mandó un edicto: las mujeres debían de olvidar su penosa enfermedad y volver al campo y al pueblo, y no estaría su ánimo tranquilo hasta que el lugar fuera igual que antes. Las mujeres trabajaron como nunca, ante la mirada confundida y halagada de sus hombres. No pasaron más de dos meses cuando el campo reventaba de rosas de Castilla tan brillantes como un rubí y claveles puros y blancos como nubes, llenando de perfume y vida el esmeralda de sus pastos; el pueblo volvía a llenarse de alegría y de luz, y también rebosaba adornado con cientos de rosas y claveles. Y las mujeres pasaron la noche cantando y bailando en el campo, mientras los hombres escupían furiosos, alegando que el príncipe les había arruinado la vida, con sus malditos claveles y sus malditas rosas.
Y el príncipe, después de admirar a las mujeres que bailaban en su hermoso campo, falleció tranquilamente.
Cuando el funeral se llevó a cabo, los hombres marcharon a sus tabernas y sus posadas para felicitarse mutuamente por haber derrotado a ese fanfarrón príncipe. Las mujeres, todas con los vestidos de luto más hermosos, lloraban a los pies del castillo: ancianas que rezaban, niñitas que sollozaban, jóvenes que se desvanecían de dolor ante las estatuas de Eros y Psique, todas reunidad para despedir al príncipe que tanto las había amado, y ellas a él también.
La criada, que había pasado la noche entera en la soledad del palacio llorándole a su amo, quien por alguna razón jamás había utilizado sus artes de la seducción con ella, salió y leyó para las mujeres una carta, escrita por el propio príncipe antes de su muerte:
-"Sabed todas que las amo mucho, no con ese amor carnal y vulgarizado, sino con uno aún más profundo y complejo. Es el amor a vuestras cualidades, a vuestros atributos, a vuestra abnegada labor. Porque no hay mujer más hermosa ni más merecedora de cariño que aquélla que, día con día, lucha por quienes más ama, embelleciendo la vida de todos con su sacrificio y con su presencia. Os ruego que nunca vuelvan a descuidar esta, vuestra labor de amor, con la que podrán recordarme mientras vivan, y, os repito, recordad que las he querido tanto para recompensar vuestra hermosa jornada, que hace reventar de flores los campos y de dicha los corazones".
Y las mujeres lloraron de dicha y miraron al cielo bañado por la luz del sol, y volvieron a sus labores con el corazón dichoso y con el alma tranquila, haciendo rebosar eternamente el campo con sus flores y su felicidad.
Y la criada las miró alejarse, sonriendo, leyendo para sí el último párrafo, que se refería a ella y sólo a ella: "y tú, que tu labor ha sido siempre amarme a mí, os buscaré en la eternidad y marcharemos juntos allá, donde el sol derrama su calor y su belleza y las aves cantarán tu nombre".
Dejó la carta, abandonó el palacio, y se unió a las mujeres en su eterna faena en los campos, eternamente cubiertos de rosas y claveles.
FIN

¿Cómo me quedó? Adiosito!!!

sábado, 3 de septiembre de 2011

DE VIDA, MUERTE Y RENACIMIENTO

¿Saben ustedes qué hago cuando estoy aburrida?
NUNCAMAS: Escribir tonteria y media en tu blog, eso no es ningun secreto.
¬¬ Claro que no. Escribo, eso es cierto, pero habitualmente lo que comienza como una escritura mal hilada, producto de una película en la televisión o un sentimiento muy fuerte, desencadena lo que podría considerarse (mi ego hablando) una obra fascinante. Si no, se convierte en un mísero fanfic o un ataque de histeria proveniente, quizá, de una mala noche de sueño.
Pues hoy les coloco los fragmentos de algunos de mis cuentos-novelescos que gracias al cielo no han sufrido del ataque del interfaz y han vivido para contarlo.
LINAJE, SOBERBIA Y AMOR: Malo, lo que se dice malo, quizá lo sea. Es la historia de Hortensia Lope, hija de unos peones que por causas de fuerza mayor le toca vivir de cerca el mundillo de los ricos. El final me lo saqué de la manga (o mejor dicho, de El Conde de Monte-Cristo).
Frangmento:

Durante los primeros cinco años de su vida, Hortensia creció como niña bien, pero la lengua venenosa de Haydeé la hizo saber que era una recogida. Hortensia acudió con doña Chole, que le contó toda la historia, rematando con:
_Y a tu madre la sacaron por defenderte, pero no te achicopales, mi nena, que yo te voy a querer siempre, y vas a ver en mí puro amor.
De éste modo, Hortensia supo porqué doña Rebecca la quería, ahora como quien dice, por encimita, y eso la ayudó a no sentirse tan mal, preguntándose siempre en el más doloroso silencio: “¿Porqué no me quieres?”
Por fortuna, o tal vez por desgracia, todo depende del punto de vista, Hortensia no soportó durante más tiempo el falso amor maternal de doña Rebecca: cuando tenía ocho años la bruja murió. La enfermedad letal había iniciado hace nueve años, de manera silenciosa, cuando la caída del caballo le dejó un golpe interno que le destrozó, literalmente, la columna, y nueve años después éste dolor particular, simplemente, la acabó.
Don Octavio se casó a los meses de pasar el luto con una mujer por demás encantadora. Valentina Vidal era un modelo de belleza y virtud, con la piel clara pero tostada por tanto tiempo bajo el sol, el pelo castaño largo hasta la cintura y los ojos verdes. Valentina era hija de unos hacendados de Sinaloa que estaban en la quiebra, y llegó a La Gardenia como empleada a los cinco meses de la muerte de doña Rebecca. Valentina era una buena mujer de apenas veintitrés años, y don Octavio se enamoró de ella. Antes de concluido el año, se casaron, pero por desgracia nunca tuvieron hijos. Aún así siempre le profesaron amor real a Hortensia.

LACRIMOSA: Un poco mas decente que la anterior, cuenta las desventuras de una familia en plena Revolución Francesa, cuando pierden a su hija menor y la mayor muere por culpa de un girondino deseoso de poder. Pésimo sumario, ¿no?
Fragmento:

Pasaron los años en Francia y, por fin, llegó el año de 1798, 7 años después de los sucesos ocurridos en la parte anterior del relato.
En las calles de París reinaba la miseria. La gente andaba buscando formas de ganarse la vida, ya fuera haciendo trabajos de bajo salario o llegando al extremo del crimen; los niños vagabundeaban, muriéndose de hambre; las mujeres se prostituían o se enredaban con hombres de mala vida pero buen dinero; los pobres se disputaban la comida que encontraban en la calle entre ellos o con los animales.
Pero todos huían al ver que, frente a ellos, se paraba un carruaje negro, con adornos de oro y tirado por un percheron hembra, pues la llegada de dicho carruaje significaba que más de uno de los transeúntes terminaría ése día en la prisión.
El coche le pertenecía a Ives Tourelle, funcionario del gobierno que había sido contratado para llenar las cárceles y para detener los revolucionarios; éste era un hombre inconfundible, dado su aspecto de fantasma asesino, porque siempre iba vestido con una larga capa negra, ropa impecable y con el pelo negro largo hasta los hombros, remilgadamente peinado hacia atrás. Sus ojos grises chispeaban de dicha si encontraba un criminal y, pese a no pertenecer en ningún grado a la policía (era político) era conocido en el tercer mundo como un salvaje perseguidor.

LA JAULA DE LAS MARIPOSAS: Primer intento de escribir algo como Poe, asi tipo Annabel Lee o A Helen. Desde la perspectiva de un joven que se ha enamorado de un muchacha condenada a muerte y que pasa su existencia encerrada en un manicomio. P.D Esta debí ponerle el nombre de Lacrimosa o__O
Fragmento:

Isabel no se quedó así. Creció, encerrada en su cárcel de inocente. Se puso preciosa, encantadora como una joven cualquiera; era un ejemplo humilde de virtud: rezaba los domingos desde su alcoba de desquiciada, preguntaba su buen estado a los médicos y enfermeras, era educada, y nunca fue agresiva ni se quejaba en voz alta de su miedo. Pero, por las noches, lloraba, lloraba mucho. Tenía miedo, la pobre, tenía miedo de lo que pasaría a la mañana siguiente…
Un día, lo supo. Fue un error, pero supo que no estaba allí porque era huérfana, sino porque sus padres la creían demente y peligrosa. Sus amigos se convirtieron en sus guardias, su corazón en su anhelo, y su misteriosa enfermedad, una cruz insoportable, cuyo peso se aligeraba al abandonarse al sueño y la oración, como todo buen querubín terrenal, criado lejos de la maldad, y a la vez alimentada por ella, mas no infectada. ¡Pobre y hermosa Isabel!
Pasó el tiempo. Yo la conocí. Una noche fresca, agradable, salí de una fiesta celebrada a una cuadra del hospital. Cuando alcé la mirada para ver la enorme estatua hecha en mármol de la virgen María que coronaba el hospital, la vi.
¡Qué curiosa vista! Una criatura delgada, suave y pálida encaramada en su ventana, con una red hecha de un pedazo roído de tela, jugando a atrapar una mariposa que revoloteaba por el hospital. La miré intensamente, sin fijarme en sus ojos, del color del océano nocturno, que se posaban en los míos, eternamente castaños.

LUZ DE MADIANOCHE: No puedo recordar si esta se me ocurrio cuando vi El Ilusionista o cuando vi El Gran Truco. Como sea; cuenta la historia del hijo de un rico barón que tiene un pleito con su padre y se marcha a Londres pars convertirse en ilusionista. Aqui se encuentra con varios amigos, como Alfred, "el que conoce a todo el mundo", y Beatrice, la criada huérfana, pero también a enemigos poderosos (y no precisamente porque sean magos).
Fragmento:

Todos guardaban silencio al entrar a ver la función. Decían que ahí había un hombre excepcional, cuyos trucos parecían provenir de algún sueño maravilloso y a la vez, algunas veces, macabro. A éste mago único lo llamaban El Magnífico Byron. Nadie estaba muy seguro de dónde venía, pero su comportamiento, desenvuelto, elegante y amistoso inspiraba confianza y desconcierto a placer. Era un hombre de treinta años, con los ojos misteriosamente dorados, de sonrisa fácil y sincera, muy apuesto y elegante, bastante teatral, de cabello castaño y piel paliducha. Algunos creían que era un hechicero de verdad, otros que era un emperador disfrazado, otros pensaban que tal vez él era una ilusión misma. Cualquiera que fuera la verdad, aquel mago encantaba a su público, que no podía quitarle los ojos de encima. En sus reuniones, la aristocracia se mofaba suavemente de él, afirmando cierto pariente del príncipe que su hija había asistido a su presentación y tuvieron que sacarla a fuerza pues por alguna razón de su mente se borró el recuerdo de que tenía prometido, y estuvo a punto de lanzarse al escenario para pedirle que se casara con ella.



Pero, lejos del teatro, la vida del artista era diferente. Olvidando su magnífico nombre de los tablones, Norton Byron regresaba a su casa, agotado. Se había mudado tres años antes a una casa de dos pisos, un poco pequeña pero útil en lo esencial. Ahí vivía junto con su esposa, Rose.

INDOMABLE: Aquí me lucí con los paisajes: el norte de África, el centro de Australia, la fría Escocia y las costas occidentales de México. Todo empieza con la revoltosa hija de una mujer maya que es vendida como esclava y un arriero que busca aclarar el asesinato de su antiguo señor.
Fragmento:
 
Cuando Marina nació, del otro lado del océano, en un pueblo costero llamado Perth, había un muchacho de 18 años que vagaba solitario por el mar. Tenía un aspecto dulce y agradable a la vista, era hijo de un pescador y no pensaba en otra cosa excepto en ensoñaciones propias de su edad. Éste muchacho se llamaba Leon Rett..



Leon era el único varón de su familia, y desde pequeño ayudó a su padre a pescar, porque le parecía en un principio un juego extraño y alegre.


Marina ya caminaba cuando Leon permanecía de pie frente a la tumba de su padre. Y cuando, el 1917, Marina, de seis años, había ayudado a preparar una exquisita gallina para la cena, Leon ya estaba cazando oro, como todos en la región.


Por azares del destino, Leon dejó de cazar oro para irse a trabajar a una granja al sudoeste de Australia. El dueño del rancho se llamaba Robert Douglas, un anciano con la buena suerte de poseer tierras y a una mujer adorable y la mala suerte de haber perdido lo último junto con su hijo. De este modo, lo más común de pensar era que quien heredara sus tierras fuera Buck Faraday. Faraday era un hombre alto, bronceado, de aspecto cruel y engreído, vestido como un vaquero estadounidense. Tenía la mala costumbre de mascar tabaco durante todo el día, lo que le parecía asqueroso a Leon; Buck se encargaba de todos los haberes del rancho, donde se criaban y domaban caballos magníficos, de los que Leon se quedó prendado.

LÁGRIMAS Y SANGRE: Otro melodrama, pero al menos ahora es medieval. Aqui hay de todo: gitanos, prostitutas, secuestros, la Inquisición, dementes...
Fragmento:
 
Tiempo atrás, específicamente hace casi diecisiete años, el señor Ives Aube se había casado, abandonando así a su única amante, la hermosa señorita Celine. Despechada, Celine buscó de inmediato la compañía de otros hombres, y del resultado de su unión con un conde austríaco nació su única hija, Anabelle. Inmediatamente decidió atribuirle la paternidad a Ives. El hombre estuvo desconcertado por largo rato; acababa de cumplir sus dos meses de matrimonio, y lo último que quería era que su vida se fuera al despeñadero por culpa de la llegada de una bastarda. Le dio dinero por montones a Celine y le suplicó que se fuera, pero eso no era lo que ella quería.



Para evitar que Ives se diera cuenta de que la hija no era de él, porque las cuentas le dirían que la niña se había tardado más de un mes extra en nacer, la mujer le escribió:


_Tu hija está delicada, por eso no te la he llevado.


El hombre pasó varias semanas, nervioso, esperando la aparición de Celine. Por fin la mujer llegó un día con un bulto envuelto en raso gris, y dijo:


_Págame por mi silencio.


_No lo haré.


_Entonces todos se enterarán de que ésta criatura es tu hija.


Ives le pagó; Celine desapareció, pero no por mucho tiempo

NATUZAUVER: Requerí horas de investigación para poder escribirlo decentemente. Es como El Señor de los Anillos, pero menos aburrido (y creo que hay un Gollum perdido por ahi, no recuerdo).
Fragmento:
 
En Natuzauver vivían a veces los magos, pero como sólo aparecían uno o dos hasta su muerte, no eran muy comunes. Y claro, se diferenciaban de los hechiceros, que eran seres malvados por naturaleza.



Natuzauver era un lugar feliz y próspero, con frutos y flores en cada árbol, las personas vivían en cabañas muy bonitas, y todos convivían en paz bajo el dominio de un rey.


En aquéllos días, por ejemplo, estaba el anciano rey Arthur, que era de todos el más valeroso en el reino. Aquél rey tenía a dos nietos, hijos de su hija única, que murió unos meses después de dar a luz a los niños. El varón era un muchacho de cabellos castaños oscuros y rizados, con los ojos azules y la nariz recta, llamado Cedric. Su hermana, Leda, era una chiquilla de piel tan blanca que parecía un cadáver, pero como sus mejillas siempre estaban teñidas de rosa, no inspiraba miedo, además tenía las mismas facciones delicadas de su madre, que era mitad hada, y el pelo lo llevaba largo hasta la cadera y era del color de la plata, mientras sus ojos eran verdes azulados.


Cedric era diez años mayor que Leda, por lo cual él sería el heredero al trono. Además, el muchacho pronto demostró que tenía poderes distintos a los de sus demás familiares; fue un centauro el que dictaminó que el chico era un mago.

RETORNO: El más largo y complejo que he escrito. Aquí la realidad de una Gran Bretaña en medio de la posguerra se une con el mundo espiritual: niños en nubes doradas, un árbol gigante, un gato blanco, una huérfana y un escritor sin trabajo, todo en ocnjunción con una eterna incógnita sobre la vida y la muerte, sobre la resurección y las almas gemelas, sobre el porqué de las cosas y con un desenlace... que ni yo me lo esperaba (y eso que yo lo estaba escribiendo, quería acabarlo distinto).
Fragmento:
 
El sacerdote siempre decía que ellos estarían casados “hasta que la muerte los separe”. Si así era, entonces la teoría de las almas gemelas no sólo era incorrecta sino ficticia. Pero sus padres parecían ser la excepción. La muerte no pudo separarlos, prueba de ellos fue que incluso sus tumbas estaban juntas, entrelazadas por una corona de flores de piedra talladas sobre los nombres, uniéndolos para la eternidad.



Tom dejó a Pete sobre la cama, donde el gato se acurrucó y cerró los ojos, muy satisfecho de poder dormir en un lugar caliente mientras afuera…


-Nieve. –musitó Tom, sorprendido. Como si el invierno hubiera elegido adelantarse, un manto blanco y sedoso cubría las calles, e incluso había algunos copos cayendo todavía del cielo gris. La única explicación que encontró fue que, durante la noche, la temperatura bajó aún más y el agua se congeló. Cerró la ventana nuevamente y se arregló para asistir al trabajo de nuevo. Felizmente, se quitó la venda de la mano y comprobó que podía moverla con suma facilidad. Cuando bajó, vio sobre el sofá el martillo que había olvidado la noche anterior. Se acercó para tomarlo y devolverlo a su sitio antes de irse, cuando vio debajo de éste el collar de plata. Lo sostuvo entre los dedos y, dando un suspiro, subió de vuelta a su recámara. Tomó a Pete y le colocó el collar alrededor del cuello. Le sentaba de maravilla.


-Aquí tienes, muchacho. –dijo Tom, acariciando por última vez a Pete antes de salir de la casa.

Bueno, ahi lo tienen, algunos fragmentos de mis *coff coff* obras selectas, escritas por Lobita Nocturna y avaladas por... por... diablos, no tengo dinero ni para avalarlas. En fin, ojala las hayan gozado y si no se aguantan bola de filisteos  y nos vemos a la próxima. ¡¡Adiosito!!