FAVOR DE ALIMENTAR A HOLMES Y A HELSING, GRACIAS.



domingo, 7 de junio de 2015

LA DEFENSA DE LOS IDIOTAS

Sí, sé lo que están pensando...

NUNCAMÁS: ¿Ora lees mentes?

No, no, no. Digo que sé que los lectores hartitos piensan al ver esto "Ohhh Dios... ¿Lobita redactando dos posts en una semana? Woaaaah". Pero la necesidad nacional así lo exige.

Les advierto de una vez: este post puede llegar a ofender a mucha gente, por lo que les suplico que antes de convertirse en berserkers y destripar metafóricamente el blog, escuchen con calma.

Esta historia comienza con una Lobita desmañanada y frustrada en un camión (el peor lugar del mundo para ella). Iba cabeceando por el sueño, dándose topetazos ya con el cristal, ya con el mango del asiento delantero, cuando un "delicado" frenón la despertó de golpe y, distraída y dolorida por el frentonazo, se dignó a mirar hacia afuera. La calle por la que el camión se había desviado (a causa de la llamada "paradoja del mal campesino", o "el municipio se pone a arreglar calles en época de lluvias") estaba llena, entre cortinas de tiendas y puertas de casas, de pintas y grafitis donde se leía el consabido letrero nacional de "Nos faltan 43", "Fuera EPN" y una oda a la buena educación y a la práctica de comprensión lectora, gramática y ortografía: "PutoZ poliSias corruCtoZ". En dicha "cuadra de los lamentos", me topé con un letrero que, aún estando bien escrito, me hizo sentir un oculto odio por el autor, fuera quien fuera: "Yo no voto. Lucho".

*Lobita va y se pone un casco* El no votar, señores, señoras, señoritas... es gilipollas.

Sí, sé que este país gobernado por un partidismo donde todos le levantan la cola al partido Jabba the Hut (por gordo, podrido y antiguo) llega a frustrar. Los candidatos son todos desconfiables (¿esa palabra existe?), rodeados de escándalos y acusaciones, y estas elecciones, encima, estuvieron plagadas de ridículos inmensos (todo estado que haya tenido un candidato que a) haya hecho un video con música de banda, tribal o reggaeton, b) haya tenido un candidato que haya hecho tiras cómicas o "campaña kawaii"de sí mismo, o c) a una estrella de televisión como candidato puede salir temprano hoy), guerra sucia y propaganda patética. Con este cuadro es comprensible que nadie (incluso yo) se sintiera con muchos ánimos de votar.

Pero... afortunada o desafortunadamente (según se le vea), vivimos en un país democrático, donde la aplastante masa se sobrepone a los grupos pequeños y alienados. Hora de pensar un poco como anarquista y presuponer que tenemos motivos reales para decidir bien, de manera personal, pero bien. La costumbre hace que cada individuo piense que tiene la razón por encima del resto, apoyándose en cualquier motivo disponible a la mano, y esto no es invento mío, es mera naturaleza humana, un leve complejo de superioridad que puso el mundo a los pies de figuras históricas importantes que no agacharon la cabeza y siguieron adelante con sus ideales. Si negamos esta "soberbia" de creer que tenemos algo de valor cualitativo en este mundo y que, aún cuando seamos uno, podemos modificar algo en nuestro entorno, nos volveremos parte de la aplastante masa, la que no piensa ni oye, que sólo se mueve al ritmo de los obstáculos físicos y el golpe del látigo.

No votar es decirle a uno, o cientos, o miles de rostros anónimos que decidan qué hacer con tu entorno. Es como ir a una pizzería y que, cuando te pregunten qué ingredientes quieres, dejas que una veintena de personas elijan, y aún si ninguna le atinó a los ingredientes que te gustan, te la terminas comiendo con amargura. No votar, o anular el voto (esto va para los pseudoactivistas que rellenaron las boletas con los insultos y frases comentados ya arriba o los graciosillos que escriben estupideces) significa decir que poco te importa lo que hay alrededor, que tu desesperanza es tal que te sentarás ahí a ver cómo todo se desmorona o se alza pensando, con desidia, "no fue cosa mía".

No votar es otra forma de soberbia, la soberbia de no querer sentirse responsable de los actos de aquél por quien se votó. Es como decir "no es problema mío el mal gobierno, yo no voté por él". Tal vez no lo hiciste, pero realizas otros actos que, como efecto mariposa, desembocan en ello. Es ese efecto el que produce que alguien tire una basura a la calle, pensando que hay un barrendero municipal que se encargará de él; ese alguien entonces casi sufre un atropellamiento porque otro alguien se pasó un alto, pensando que igual en ese tramo nunca hay patrullas y no le pasará nada; ese otro alguien ve entonces cómo unos rateros le desvalijan el auto y piensa, rabioso, que la falta de civismo es culpa del gobierno, de una cara invisible y prácticamente administrativa que se colocó ahí gracias a la puerilidad de algunos o la desidia de otros.

Sí, luchar. Luchar por mantener limpias las calles. Luchar por mantener un buen trabajo y hacerlo bien. Luchar por hacer respetar desde señales de tránsito hasta nuestras garantías. Luchar por el auxilio de alguien que lo necesite. Luchar por ser mejor y demostrar, realmente, que no es cosa nuestra lo que el gobierno es. Pero no votar no es una forma de luchar, es, más bien, una forma de tirar la toalla antes de que siquiera empiece el combate.

Si hoy votaste, felicidades. Si hoy no votaste, o anulaste tu voto, haced un favor: no os quejéis de lo que pase después para, encima, lavarte las manos. He dicho.

martes, 2 de junio de 2015

CRÓNICAS TERRAFORMARIAS: LOBITA VS LAS CUCAS

Son horribles, vuelan, pueden sobrevivir hasta seis días sin cabeza, aguantar temperaturas increíbles, sobrevivir a un holocausto nuclear, volverse inmunes a los insecticidas... ¿ya mencioné que además son feas de cojones? Las cucarachas son esa forma en que Dios, seguramente, decidió divertirse con la humanidad al ver su indecible terror ante su presencia.

Justo hoy, para "conmemorar" la presencia sempiterna de estos engendros de cuerpo café y alas de infarto (literalmente cualquier persona con dos dedos de enfrente se siente morir cuando echan a volar) les contaré mis historias más horripilantes, asquerosas y extrañas con el insecto más (desgraciadamente) longevo del planeta.


NÚMERO 1: QUE TENÍA FRÍO, SEGURO.
En una apacible noche de invierno, cuando todos nos ocultamos bajo toneladas de cobijas y nos convertimos en fetos una vez más para preservar el calor, Lobita estaba ya cerca de la etapa del sueño cuando se dio media vuelta, acurrucada como el ser más inocente de este mundo. Entonces, lo sintió. Algo crocante y a la vez pegajoso se quedó adherido a su mano que había cerrado adormilada, y se vio en la necesidad de encender la luz. El misterio quedó resuelto: una cucaracha, que quién sabe cómo se las arregló para meterse en las cobijas, ahora yacía hecha puré en la mano derecha. 
Ni decir tengo que el asco y la sorpresa fueron inmensos.

NÚMERO 2: HACIENDO JOGGIN DE NOCHE (CON UN FINAL INESPERADO).
Si alguna vez entre sueños has tenido sensaciones raras, como si alguien te observara o se acercara a ti, es muy probable que: a) estés sufriendo de un breve período de parálisis del sueño, o b) sea una cucaracha stalker. Si es la segunda opción, una amable palmadita a la observadora suele bastar... a menos que sea de ésas muy insistentes a las que les importa un sorbete. Tal fue el caso de una cucaracha que no vio mejor cosa que hacer en plena madrugada que caminar sobre mi brazo. ¿Lo malo? se trataba de una cucaracha macho, fáciles de reconocer por su cuerpo finito y su mala costumbre de "arañar" todo lo que tocan, incluyendo seres humanos. Mi espanto fue tal que apenas quitármela la perseguí, sólo para ver cómo huía por su vida fuera de la habitación y dejándome, como recuerdito, un brote provocado por sus arañazos. 
Una hora de comezón tremenda, dos para poder conciliar el sueño... y sólo diez segundos para que la repugnante causante se librara del buen abrazo de mi pantunfla.

NÚMERO 3: LA DEVORADORA (PARTE 1).
Existe algo mucho peor que encontrarte una cucaracha sobre tu plato, y es ver a una cucaracha COMIENDO de tu plato. En un lapso de valor darwiniano, a cierta cucarachilla de aspecto inofensivo se le ocurrió plantarse en mi plato (afortunadamente, ya saciado) comiéndose los restos del mole con tanto entusiasmo que ni siquiera se inmutó cuando, molesta y asqueada, acerqué el plato al fregadero y abrí el agua caliente a presión. Cena, baño caliente... la cucaracha tuvo su buen día, por lo visto.
(Y desde entonces no como mole)

NÚMERO 4: LA DEVORADORA (PARTE 2).
Tal vez haya sido una venganza al estilo mafia, tal vez sólo un arranque de odio especista. El caso fue que una noche, algún tiempo más tarde luego de la anécdota 2, volví a sentir pasos y arañazos en el brazo; esta vez no esperé a encender la luz y di una sacudida. El problema no fue sólo que no funcionara, sino que la cucaracha, tal vez por defensa o rencor, ME MORDIÓ. El dolor punzante fue tal que, esta vez, azoté el brazo contra la pared y, una vez más, vi huir a mi enemiga a toda prisa. Pero esta vez no quise dejar la ofensa en limpio y, zapato en mano, fui a la canaleta (un lugar entre mi casa y la casa de al lado) y maté cuanto bichejo café se me cruzara. 

NÚMERO 5: TERRAFORMERS AL ATAQUE.
Si a estas alturas se preguntan por qué hay tanta cucaracha cerca, les explicaré: hace no más de dos meses la casa de al lado (esa de la canaleta de la que ya hablé) se vio abandonada puesto que sus dueños pasan, en promedio, unas seis horas en ella al día. El clima sólo perfeccionó el cuadro y un nido monstruoso creció pegado a la canaleta, haciendo que las cucarachas corrieran por todos lados, incluida mi propia casa. Fuera de eso, el crecimiento de la población no fue la única cosa horrible que se propició...
Una de las cucarachas más grandes del mundo se encuentra en Madagascar, y su especie es tan pacífica y (relativamente) higiénica que muchos las usan de mascotas. Sin embargo, nadie pensaría tan siquiera en ponerle un bello lacito rosa a una cucaracha de alcantarilla con, exactamente, el mismo tamaño. Sí, una noche vi pegada a la canaleta la cucaracha más monstruosamente enorme que he visto jamás, y para más inri, tenía alas, unas alas gigantescas y feas que me hicieron pensar que tal vez el proyecto de terraformación iba mejor que bien. Durante varios segundos sólo pude decir "¿Qué carajooooos...?" mientras contemplaba a la cucaracha en todo su horrendo esplendor. Por suerte logré reaccionar y la bestia cayó abatida a punta de chanclazos (muy grande, sí, pero muy gilipollas, también).

NÚMERO 6: PARÁLISIS MORTAL.
Ésta resulta ser una anécdota tan reciente que, de hecho, pasó hace unas horas. Luego de lavar los trastos me dispuse a hacer el almuerzo, toda felicidad y calma, hasta que miré de soslayo los vasos recién fregados... y vi ahí una cucaracha, literalmente, captaba in fraganti a punto de echarse a volar. No sé si fue la impresión de verse descubierta o que sus patas, de alguna forma estúpida, habían quedado adheridas al vaso mojado, pero cualquiera que fuera el caso, el animalito no se movió mientras quitaba el vaso, lo sacudía haciéndola caer y luego, con toda la rabia del mundo, la aplastaba. Se lo ha ganado por caminar en mis trastos limpios.
(Lo cómico es que murió como se quedó: con las alas medio desplegadas)

NÚMERO 7: KIRA LO HA HECHO DE NUEVO.
Otra cucaracha gigante (afortunadamente, no tanto como el monstruo del número 5) salió disparada huyendo de mí y mis escobazos. Pero, en un lapso de gran desconcierto y misterio, de repente cayó fulminada, panza arriba y con las patas retorcidas. La cucaracha murió sin que yo la tocase siquiera... tal vez de un infarto provocado por una Death Note insectil o vayan ustedes a saber pero, hasta ahora, es mi victoria más discutida sobre esos insectos.

NÚMERO 8: LA CUCARACHA ZOMBIE.
En otra de las anécdotas relacionadas con el nido-canaleta, cierta noche salí al cuarto silencioso en busca de alivio. Mientras estaba en mis asuntos, vi a una cucarachilla caminando por entre los champús que, convenientemente, colocamos en una reja móvil. Ya que en una ocasión me había salido el truco de aplastar un bicho usando la misma reja, decidí hacer lo mismo; el resultado fue que la cucaracha quedó prensada entre el cuerpo y la cabeza, retorciéndose en busca de un escape. No cedí y presioné más hasta que, de pronto, el animal abrió las alas y echó a volar, haciendo que yo me apartara, pero no pasó ni de los treinta centímetros antes de chocar estúpidamente y quedar despatarrada en el piso. Intrigada por sus movimientos erráticos, me acerqué a verla, y descubrí el horror: la "cucaracha" era solo un cuerpo tonto, la había decapitado con la reja. 
Por cierto que, como no la rematé, al día siguiente descubrí que se había conseguido mover unos veinte centímetros de donde la dejé, y ahí por fin encontró el eterno descanso a base de un pisotón.

NÚMERO 9: LA CUCARACHA KAMIKAZE.
A veces la bondad no es la respuesta más apropiada, y para comprobarlo tengo una historia que contar. Cierta noche noté caminar por la pared una cucaracha de tamaño promedio, aunque bastante gorda, y en lugar de caerle a golpes me dio un lapso animalista y la dejé ir mientras yo seguía con lo mío. Pero unos minutos más tarde, mientras conversaba a gusto por computadora en la penumbra, escuché un estertor... menos de un segundo después algo negro se estrelló con todas sus fuerzas contra mi cara y cayó, mareado pero aún con fuerzas, sobre el teclado. Sí, la cucaracha hizo una caída en picada hacia mi rostro sin ningún motivo aparente.
De inmediato encendí la luz, cogí una plancha de metal que normalmente uso de soporte y perseguí a la chiflada que me había golpeado. Luego de un rato conseguí acorralarla en una esquina, pero me era imposible acercarme sin que echara a volar, por lo que la dejé de momento para ir por una cajita de perfume que le rocié literalmente en la cara. El animal, atarantado y oliendo a flores, salió de su trinchera y por fin encontró su camino al cielo cucarachil vía plancha de metal. 

Y con esto, concluye la saga de violencia, tripas y zumbidos más asquerosa de este blog. Si han tenido embrollos con estas bestias, háganmelo saber para sufrir todos juntos. ¡Adiosito!