Estábamos todos juntos en un bosquecito, ya saben, de día de campo y todo (cortesía de mi sapiencia -sí, cómo no -en un concurso escolar) cuando notamos que dos se nos habían fuado. La Birgada de Rescate (compuesta por mí misma y mis friends, Liz, Fer, Bi, Sua y ya no me acuerdo quién más) fuimos a buscarlos... dentro del bosque.
Naturalmente a los cinco minutos de la inocente caminata ya no teníamos ni idea de dónde estábamos. Oía tras de mí los grititos de horror de las demás y como que ya me estaba entrando miedo. Sobre todo cuando una de ellas comentó:
-A mí me contaron que por aquí a veces se esconden unos tipos que esperan a que pasen muchachas solas...
Gracias por el apoyo moral, pensé.
-No nos perdemos. Nadie se pierde. -dije en un tono nada conviencente. Para qué les cuento cómo nos sentimos al ver una mancha negra-verduzca frente a nosotras y detrás, el murmullo del viento en otoño...
¿Salimos de ahí? ¡Pues claro que sí, si no no la contaría!
Cualquiera puede equivocarse...
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