Supondrán vosotros que he muerto, pero no, sigo aquí cargada de labores universitarios (advertencia: sé que la mayoría por aquí ya son universitarios y me comprenderán, pero si no... ustedes no conocen el infierno ¬¬); pero no os preocupéis, porque para contrarrestar mi casi nula presencia en este sitio les traigo... *chan chan chaaaan* CRÓNICAS LOBUNAS DE AVENTURAS.
Verán ustedes: por cuestiones de locura colectiva (digamos que este año no he vivido nada emocionante más allá de mi guerra fraticida por alcanzar un asiento en el camión de ida a al escuela) terminé asistiendo este mismo fin de semana a un lugar muy, pero muy lejano de Lobolandia al que aquí llamaremos "Ave Costera". Ave Costera, como indica su nombre, es un pueblo pequeño ubicado peligrosamente cerca de la costa (dos ciudades más y literalmente llego al Pacífico); por su extensión uno no creería que es un poblado real, al menos no para el siglo XXI pero su gracia reside precisamente en ello, que es pequeño, y yo como buena hibernadora que soy lo encuentro adorable... eso sí, por su cercanía al mar los "cálidos" vientos del suroeste hacen mejor calefacción que las cosillas eléctricas que compran los gringos.
Para acceder a Ave Costera hay que pasar por una carretera que sufre del síndrome de José Agustín Ramírez (por aquéllo del "por los caminos del sur"~), y que una hora y algo después descubres que se acabó la civilización y comienza la travesía de la Tierra Media, mejor conocida como El Voladero por aquéllo de que una cadena montañosa se abre literalmente a tus pies, como un agujero verde y paisajista directo al infierno (de hecho cuando lo cruzamos entré en pánico y me sujeté de los asientos delanteros rezando por dentro para que no diéramos vuelta en falso por la cañada).
Ave Costera, como dije, es literalmente chibi, por lo que para acceder de la zona residencial al centro se necesitan 5... minutos de caminata. El pueblo colinda entonces con el mismo paisaje que ya describí, y con poblados prácticamente fantasma donde se encargan de labores de agricultura y recuerdan, vagamente, a los paisajes de las telenovelas de época. El lugar en sí es un lugar de comercio donde puedes literalmente hallar de todo un poco: zapatos, ropa, comida, bebidas, plantas, etc.
Más allá, en los lindes, todo lo que se ven son montañas, todas estas cubiertas por plantas de todo tipo alimentadas por la lluvia y la brisa. En el interior, la plaza principal parece de retrato, no hay más automóviles que los particulares, ni taxis ni autobuses, lo que hace más fácil la caminata, también porque no existe un atasque de gente como en ciudades grandes.
Las noches son parecidas a las de la costa, cálidas con brisas tenues que refrescan el exterior, las luces son pocas pero eso mejora la sensación de calma que de por sí ya existe. ¿Ruido? sí pero es casi toda de música y no molesta. En resumen, Ave Costera es un última thule que hace que el cruce por Tierra Media valga la pena.
Esto es, en general, el rostro de Ave Costera.
1 comentario:
Esos lugares son los que más temo, calor y poca civilización, no es que odio la naturaleza pero me aterra el aire descontaminado de los pueblos.
Saludos!!
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