Mientras la capital de México se revuelve entre un montón de histéricos corajudos, un presidente con taras y el Centro Histórico hecho papilla, nosotros seguimos aquí dándole la bienvenida al primer día de diciembre, algunos pensando que nos quedan 20 días de vida, otros tantos pensando que son menos porque los exámenes prevacacionales son más terroríficos que cualquier profecía apocalíptica. Pero hoy, entre principios de mes y finales de un sexenio bastante bruto, platicaremos de otro tipo de disturbio que afecta a la población, una especie de daño causado por una enfermedad mortal y contagiosa mejor conocida como... enamoramiento.
Pero hoy no vengo a reiterarles lo que les vengo diciendo (que el amor apesta), sino a hacer una beve litografía de todos esos locos tristes que vieron en mi rara cara una posibilidad de yo no sé qué rayos y terminaron de un modo u otro chocando de nariz, o en su defecto, la que se rompió todo el osito bimbo fui yo. Repasemos esta tragicomedia de la vida, desde el más reciente al más antiguo, para que veamos que en estos negocios del corazón no hay nada nuevo bajo el sol. (Rayos, eso fue un verso).
EL LOCO TRISTE CONFUNDIDO:
Se da el caso que alguien te mira y de inmediato siente un "algo" por ti, mientras tú... bueno... lo miras y sientes otra cosa, pero ese "algo" definitivamente no. Tal fue la historia de alguien a quien llamaremos simplemente Sr. L. Sr. L vio ese algo en la Lobita que, para desgracia suya, jamás fue compartido, y creyó fácil pegarse cual pez payaso a anémona pensando que la teoría familiarista (ésa que dice que entre más tiempo pasas con alguien mejor se adapta a tí) podría funcionar con alguien que está a punto de pedir por correo a Japón una caparazón gigante para ausentarse del mundo y abstraerse en paz. El resultado de tan bizarra experiencia fue el equivocado, pues la Lobita se dio cuenta de que no estaba en posición de aceptar tal galanteo y, con la mayor sutileza posible, lo hizo retazos. Triste, pero necesario.
EL LOCO TRISTE ATRABANCADO:
Corría el mes de febrero. Lobita paseaba asustada entre varios tipos altos, rubios y de ojos azules (¡No, les juro que no es una fantasía adolescente, esta fue real!) que hablaban un feo idioma mejor conocido como alemán y que hacían muro humano entre la pobre servidora y una mesa llena a reventar de deliciosos canapés y trufas de chocolate que yo tanto ansiaba. En mi camino por obtener el codiciado tesoro se me cruzó alguien, a quien llamaremos simplemente Who (porque jamás supe su nombre) quien, con un marcado acento chilango, dijo:
-¡Ay, perdóname por atravesarme! Oye...¿tú eres de aquí?
Y la Lobita, con su acento de lobolondiana, le contestó lo obvio. A esot siguió una serie de preguntas dignas del FBI (¿dónde vives? ¿qué haces? ¿vas a estar aquí toda la noche?) y otras tantas más que corté del modo más sencillo y frío posible, es decir, escabulléndome entre los germanos para desaparecer de su vista y, de paso, robarme las trufas. Así terminó esa fugaz historia, pero no es la peor...
EL LOCO TRISTE DESESPERADO:
Una alegre (jaja) mañana en Lobolandia. Lobita, un museo móvil de dinosaurios...¿qué podía salir mal? Pues que un sujeto a quien llamaremos Sr. R se le atravesara y, con sus aires de hipster/hippie/punk comenzara a seguirla cual vil sombra y a murmurar en voz pausada palabras "dulces" y "halagadoras". La cosa se hubiera acabado ahí de no ser porque al atrevido Sr. R se le ocurrió tomar de la mano a la Lobita e intentó plantarle un beso. Lo que terminó plantado en su cara fue un gancho izquierdo que lo dejó viendo la constelación completa mientras Lobita, muy ofendida y riendo por dentro, desaparecía contoneándose cual dominatriz en su ambiente natural. Así concluyó esta trágica historia de amor frustrado.
EL LOCO TRISTE TÍMIDO:
Era el triste año de 2008. Mientras el silencio dominaba la escena, con el cantar estival de principios de verano y fin del ciclo de educación media, Lobita recibió una carta de amor (con despreciables faltas de ortografía) de un confeso anónimo quien, de manera atropellada, le confesó su devoción, admiración y exhaltación (o lo que fuera que todos aquéllos garabatos significaran). Buscando el origen de tan lamentable Romeo, Lobita se enteró que el susodicho era un muchacho de un salón contiguo, de mejillas hundidas y ojos aletargados que palidecía al verla pasar. Su actitud doble de enamorado fervoroso y llorón asustado terminaron por cansarla y, un buen día, Lobita no aguantó la tensión y le gritó:
-¡¿Deja de hacer eso, quieres?!
Y así fue.
EL LOCO TRISTE EXTRANJERO:
Esta historia ya se la conocen de cabo a rabo, excepto por unos minúsculos detalles: lo incluyo en la lista de mis locos tristes porque, años más tarde y analizando la situación fríamente, me di cuenta (con mucho pesar) que daba visos de enamoramiento hacia mi bizarra persona, rasgos que no se dieron a conocer en primera, porque los británicos son la gente más fría de todo ése lado del Atlántico, y en segunda, porque por las imposiciones del director, que comenzó a ver un superávit en el uso de maquillaje, escotes, minifaldas y ropa interior a la francesa desde que el fuereño apareció, amenazó con enviarlo en caja sellada de vuelta a Gran Bretaña si lo encontraba al lado de alguna de las alumnas, por lo que las visitas diarias se volvieron tema de romance prohibido digno de Shakespeare.
EL LOCO TRISTE INOCENTE:
Tal vez la historia más lamentable y melancólica sea la primera, originada cuando la Lobita tenía apenas once años. En una época donde apenas estaba conociendo los sinsabores de tener un hermano pequeño y llorón y de conocer el verdadero significado de la palabra "acné", su noviazgo fugaz con un compañero de clases resultó en falacia. Además de que es bien sabido que las mujeres maduran psicológicamente mucho antes que los hombres, el pobre muchacho, a quien llamaremos Sr. A, no tomó en cuenta el alcance del compromiso y a las dos semanas terminamos envueltos en una relación hermano-hermana que, al menos, produjo un desasociego en el corazón de quienes lo vivieron. Porque el primer noviazgo es una bobada, mas el primer amor...es un cuento muy diferente.
Así concluímos con esta historia breve y ridícula de los kamikazes que intentaron galantear a la princesa Turandot región 4 y sólo consiguieron quedar en los anales de la historia como valientes exploradores.
Pues ahora los dejo y espero poder publicar más, aunque ciertas calificaciones me dicen que quizá eso no será posible muy pronto...¡¡Adiosito!!
2 comentarios:
Loco Triste Confundido: Pequeño chicle empalagoso. Quizá hubiera sido mejor si se hubiese medido y bueno, te hubiese gustado xD
Loco Triste Atrabancado: Ligador pasivo con complejo de CIA, jaja. La excusa de "perdóname por atravesarme" se me hizo taaaan barata. Bien por las trufas (Y)
Loco Triste Desesperado: Ligador activo con complejo de stalker lanzado O___O
Excelente el puñetazo, Lobita xD No me imagino su cara de WTF? cuando sintió los nudillos de la justicia.
Pero... qué miedo ser acosado D:
Loco Triste Tímido: Hmm... quizá con una mejor ortografía (yo suelo ser algo selectivo también con mis parejas, quizá por eso tiene tiempo que no tengo xD) y redacción te convencía. ¡Ah! Y actitud, rayos, la actitud es importante. Ni modo :P
Loco Triste Extranjero: Changos :/ Definitivamente, digna de Shakespeare. ¿Bretaño y Lobezna te parece buen título?
Loco Triste Inocente: Whoa. Ese no le entendí del todo xD Vaya, ¿fue tu novio y luego te trataba como hermana lo que los confundió y al final cortaron? D:
Estoy de acuerdo contigo, no [necesariamente] es lo mismo el primer noviazgo que el primer amor. Y bueno, éxito en la Universidad :P Es difícil, quizá nos vaya a matar, pero al final del día, será lo que nos dé el diario pan.
WIR LIEBEN UNIVERSITÄT! (>_<)//
Pero al final los locos tristes no son las cosas que alegran la vida? Por momentos, aunque la amarguen también.
Saludos!!
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