Hartitos y Hartitas de todas las edades, les confieso... hoy iba a contarles sobre mi percance comercial pero recordé el grave incidente en el hotel y una infancia truncada y decidí hacer una breve introducción que no tiene nada que ver con el tema central, sólo para quitarme un peso de encima y hacerle feliz la vida a gente como Alejandre, Lil'Beyoncé y ¿porqué no? a la maestra nazi-comunista que hoy por fin demostró que a veces, los apodos dicen más que el nombre (como un compañero mío al que le dicen Chabelargo y efectivamente, está tan alto que creo que no le oxigena bien el seso... hmm...).
Hace ya bastantes días mi escuela adorada (¬¬ sarcasmo) y yo fuimos a una convención espacial (oh sí, en Lobolandia saben sobre astronomía) a un hotel cuyo nombre no revelaré pero diré que coff coff era gringo coff coff. Total que cuando llegamos, luego de una laaaaaaaaaaaaarga vuelta en el camioncito rentado, entramos y vimos un paraíso de café y pastelitos por todas partes. A nuestro lado pasó un chef y Elli, una amiga mía, comentó dando un suspiro:
-Oh, algún día seré como tú, y tendré mi gorrito ridículo.
En fin que comimos pastelitos y bebimos café, todo muy lindo, nos mezclamos con la Universidad Tecnológica de nomeacuerdodonde y el Colegio Nacional y finalmente la naturaleza hizo su habitual llamada al WC.
Fui al baño, un lugar muy amplio y limpio y... para empezar, como que ese día mi estómago no se sentía muy bien que digamos, luego cuando quise sacar un poco de papel higienico le di un golpe muy fuerte a la tapa y ésta se cayó. La coloqué como pude en su sitio y luego de 15 minutos de agonía intestinal me levanté victoriosa a abrir la puerta para que...
LOBITA: Ah... no abre.
Tiré, empujé, jalé, golpeé, arañé, gemí y le dí de patadas y la dichosa puerta no abría. El seguro había sufrido un leve defecto y por eso no me podía salir. Casi a punto de llorar porque mi celular estaba dormido cómodamente en el auditorio del evento mientras yo forcejeaba en un WC "gran turismo", por fin, el seguro se venció y caí de espaldas sobre el frío suelo del exterior. Por fin regresé a mi lugar a tiempo para escuchar de voz de (cha ca cha chaaaaan) el primer astronauta mexicano en haber viajado al espacio toda su experiencia en la sábana de estrellas que hay allá afuera, experiencia que incluyó cómo se usa, con lujo de detalles, un baño espacial.
NOTA: Nunca seré astronauta, no puedo tolerar tener un baño como el que nos describió.
Ayer, por cierto, y hablando de empresas exitosas, mi equipo de Emprendurismo expuso en un gran carnaval de ventas, donde hubo de todo: camarones en salsa, frapuccinos (placer de dioses... aaaaaaaaah...), cosméticos, regalos, un spa dirigido por mi Lil' Beyoncé, una agencia de autos, una tienda de series anime bastante raras y hasta una de lencería. En menos de dos horas la mercancía de mi humilde puesto de postres había desaparecido y yo nadaba en monedas cual Midas en su piscina.
Pero para no hacerles más largo el cuento, les hablaré de esas cosas raras que yo veía de pequeña.
NUNCAMÁS: Con un demonio, ¿qué no tuviste un desarrollo normal?
Para nada, y mejor denle gracias a Dios, porque de ser yo "normal" estaría hablándoles de mi último shopping en Palacio de Hierro y las novedades de las estrellas de Disney. ¡¡VIVA LA LOBITA NOCTURNA FRIKI!!
¿Se acuerdan de la película de Fur: Retrato de una Pasión? Ah, pues por fin logré verla completa y solo puedo decir... se las recomiendo si ustedes se sienten freaks auténticos, aunque no tengan pelo en todo el cuerpo que les haga lucir como Chewbaca.
Eh... ejem... continuemos.
El otro día hice un decálogo de caricaturas raras que veía de pequeñita, cuando la Lobita era una Lobeznita que usaba coletas y vestía... bueno, ya vestía raro en ese entonces. Espero que ustedes también hayan visto al menos una de estas series que eran, y por mucho, muy divertidas:
!AAAAAAAAAAAH...! MONSTRUOS DE VERDAD: Era el relato de tres monstruos que vivían en Monsterland. Uno era una especie de criatura de largas orejas y largos pies, otro tenía los ojos en las manos y uno (el que mejor asustaba, porque solía sacarse las tripas enfrente de sus víctimas) parecía un bastón blanco y negro. Era una serie bastante macabra, pero divertida a su modo, y a mí me encantaba verla aunque a Mamá Loba esa clase de cosas jamás han sido santo de su devoción. Bueno, no podemos esperar más de alguien cuyo trauma de la uventud fue Candy Candy, ¿o sí?
CUENTOS DE LA CRIPTA; Por default yo me chuté esta serie en versión animada, con el guardián de la cripta y la odiosa bruja que cada que aparecía destruía todo espejo cercano con su "belleza". Al principio esta serie la pasaban un poco tarde y a veces no podía dormir bien luego de verla, pero pasó el tiempo y me acostumbré a la imagen de hechiceras, monstruos, engendros, espectros y demás graciosadas.
CORAJE, EL PERRO COBARDE: Ok, esta no es la máxima lumbrera, pero la idea era buena: cachorro llorón que vive en medio de la nada con una pareja de ancianos y que siempre tiene el infortuniop de cruzarse con cosas malvadas y peligrosas, desde zombies hasta extraterrestres, brujos, momias, fantasmas y criaturas míticas. El perro es en sí un miedoso, pero su cariño por la anciana que lo cuida es tan grande que es capaz de superar sus miedos para ayudarla.
Sip, yo veía cosas muy locas siendo pequeña, pero no se trataba solo de la tele, sino también de los libros, ¿no me creen? chequen:
FRANKESTEIN, la versión original de Mary Shelley. Fue un regalo hecho por una maestra de Cambridge (nop, no de esa universidad, sino de la ciudad que le da nombre a la uni) que fue a mi secundaria para un intercambio.
DRÁCULA, de Bram Stoker. Un clásico que no se debe perder jamás.
EL EXTRAÑO CASO DEL DR. JEKYLL Y MR. HYDE, de Robert Louis Stevenson. Safo quien no haya oído jamás la historia del doctor que se vuelve un monstruo, y cuyo final me pareció casi tan aterrador como el último homicidio de Juanito Sacatripas (los exonero una vez más a NO buscar fotos, no quiero que se me traumen).
LA MANO y LA CABELLERA, ambos cuentos de Guy de Maupassant. El primero trata de un inglés cazador que muere misteriosamente asesinado a la vez que su trofeo de caza más preciado (una mano fea y seca) desapareció de su jaulita. El segundo habla sobre la necrofilia en un estado verdaderamente chiflado. Apto para los que quieren iniciarse en el romanticismo oscuro.
LA CASA DEL JUEZ, de Stoker. Este cuento sí me puso los pelos de punta y por varias noches no quise saber nada del retrato de mi bisabuela, que de por sí en la foto ponía una cara de "¬¬" que espantaba.
Y bueno, sin más que añadir en estos días melancólicos, los abandono con un profundo saludo. Adiosito!!