FAVOR DE ALIMENTAR A HOLMES Y A HELSING, GRACIAS.



lunes, 29 de octubre de 2012

WILD ON EDICION: LOBOLANDIA

Llevamos casi tres semanas sin novedad al frente (perdonen la jerga, últimamente he estado leyendo mucho sobre conflictos bélicos...tal vez estudiar Diplomacia me esté afectando) y en un solo día pasa de todo, literalmente de TODO.
Haciendo caso omiso al hecho de que el espíritu de Haydrich, Hitler y otros tantos nazis parecen estar gozando en el Mas Allá torturándome con su presencia cada bendito día (lo que me hace tomar en consideración abrir un segmento semanal titulado "Los Nazis me Persiguen") me la he pasado casi en el aburrimiento total sin absolutamente nada novedoso que hacer, por lo que el viernes cuando una amiga nos llamó para invitarnos a su casa el domingo y ver una película pensé que todo resultaría muy bonito y normal.
Sí, cómo no...
Apenas llegar a la casa mi amiga nos dijo que tendría que visitar un lugar (muy convenientemente llamado "Punto Rojo"...sí, ahora también los soviéticos la traen en contra mía) para encontrarse con el eterno avatar del novio por internet. En vivo y en directo, claro está. Total que la necesidad nos exigió marchar primero en bus y luego en subterráneo para llegar al punto de reunión, yo, claro, haciendo tripas corazón porque la idea de verme cara a cara con un desconocido me pone los pelos de punta.
Todo iba bien en la primera estación, donde el hecho de que fuera domingo se notaba porque los vagones iban relativamente vacíos.  A la segunda estación sin embargo, oí primero un grito brutal. ¿Había caído el gobierno? ¿Se rebelaban las anticulturas en una lucha sin precedentes? ¿Era el llamado de la naturaleza? Bueno relativamente era de todo un poco, porque el caos, la tradición y la estupidez se mezclaron en ésa especie urbana que tanto detesto. No, no se trataban de reggaetoneros, tampoco de beliebers, eran algo aún más terrorífico...Una barra de fútbol.
NUNCAMÁS: Para los no entendidos, una barra de fútbol es un grupo de fanáticos de un equipo. Se destacan por ser especialmente agresivos y hasta mortales.
Literal. Todos a uno, la manada de bestias...perdón, de fans, se subieron al subterráneo gritando, boqueando, pateando y cantando mientras al fondo del vagón sonaban con todo las vuvuzuelas. Durante casi ocho estaciones tuve que tolerar sus cánticos celestiales (el himno de su equipo y unas cuantas rimas de su invención) y claro, sus llamados de chimpancés en celo, brincando y golpeando todo al ritmo de sus canciones. Cuando por fin nos libramos de ellos ya habíamos llegado a nuestro destino, y todo lo que nos restaba era esperar...claro, en el proceso nos encontramos con un amigo, lo saludamos y fuimos a un 7eleven (oh sí, Lobolandia tiene un 7evelen...que loco) donde me compré una de las famosas y controversiales malteadas instantáneas. Por cierto, estuvo muy buena.
Por otro lado, la espera de casi una hora no dio frutos, el susodicho no llegó y echamos a andar al corazón de Lobolandia (apenas unas cuadritas más allá del ahora llamado Parque Soviético...digo, por aquello de que es "rojo"...¿entienden? ¡Rojo!...sí, ya sé, eso es muy racista). Ahí llegadas, comimos pizza de baratillo (o séase mega rebanada + papas + refresco en vasito desechable a 30 pelucones, que para mi economía resulta un tanto caro a éstas alturas) y volvimos cada quien para su jaus.
Pero si creen que con la Lobita en su casa todo el universo volvería a su curso normal...evidentemente son nuevos en este blog. Eran las 5 de la tarde cuando volví, todo era soleado, cálido y festival. Una hora más tarde el cielo se puso de un bello color negro sólido y se atascó de nubes que relampagueaban como si se hubiera venido el fin del mundo. Si no entré en pánico fue porque un rico algodón de azúcar me calmó los nervios (era lo justo, llevaba más de una semana haciendo cacería humana para atrapar a uno de esos señores que pasan por ahí vendiendo algodones de azúcar), y así concluyó otro memorable momento que apenas duro 3 (!) horas, tiempo suficiente para desatar el caos. Dios, esto ya es un récord personal.
Y así es como los abandono, recordándoles que gocen su Halloween asustando chamaquitos como yo, y honren como buenos mexicanos (los que sean, aclaro) el Día de Muertos, donde la memoria de cierta gatita blanca me pondrá un tanto melancólica...
Adiosito!!

1 comentario:

Un punk ignorante dijo...

7eleven + parque sovietico... El comunismo ya no es lo mismo.