La monotonía de la que tanto les hablé la última vez parece haberse roto, y muy abruptamente por cierto. Por fortuna en esta ocasión les traigo una...eh...iba a decir que explicación científica pero dudo mucho que lo que les contaré guarde algún parecido con la ciencia.
Verán, la necesidad poética (literalmente) me llevó a navegar cual vikingo sin casco cornudo por los peligrosos mares del Internete (remito a ése hermoso post de "cuando no necesitábamos tanta información"), y llegué a una simpática página cuya dirección no recuerdo donde estaba ubicado el Loka Tattur (uno de los tantisimos poemas apócrifos que circulan en Escandinavia); como su nombre lo indica (Loka -> relativo a Loki, en nórdico antigui la "a" se usa como una extensión para describir el verbo "ser o estar", como la "s" en inglés) el poemita hablaba de Loki y su (hasta ahora registrada) única cosa bondadosa que hizo sin recibir nada a cambio (el abrazo grupal NO cuenta como pago). Con lo que su servidora no contaba es que este era uno de los muchos, muuuuchos espacios en internet donde se habla sobre cultos paganos. Total que lo que logré extraer de la larga explicación que ofrecieron fue que:
·¿Se te perdio algo? Rezale a Loki.
·¿No te funciona bien la computadora? Rézale a Loki.
·¿Tienes un problema que puede atentar con tu vida o simplemente con tu salud? Adivina...aja, rézale a Loki.
·¿Tu casa tiene MUCHOS elementos inflamables? No le reces, puede que no sobrevivas a la experiencia.
Total que su servidora se rio bastante con esas chifladas ideas...con una pizca de pánico, dado que la página de internet parecía insinuarme que acacaban de darle nombre y apellido a la razón de que me pasen siempre accidentes bizarros. Todo quedó en calma...Hasta que...
LUNES:
Además del incidente de los gusanillos revoltosos que aparecieron prácticamente de la nada en la cocina, ésa noche mientras volvía de la escuela al camión se le ocurrió descomponerse, dejándonos a unas 30 personas varadas a media avenida a las diez de la noche. Minutos después, un aguacero espectacular cayó en la ciudad y volví hecha una sopa a casa.
MARTES:
Curioso incidente en la escuela, en el cual finalmente la profesora de Metodología perdió la (poca) cordura y se puso a lanzar reclamos a diestra y siniestra. Además de eso me temo que sufrió un lapsus psicoticus, o mas bien un delirium tremens, porque empezó de la nada a reirse sola de chistes incomprensibles y a cambiarnos los nombres. ¿Diagnóstico, doctor? Un ciclo lunar o dos en el manicomio. Por nada.
MIÉRCOLES:
La falta de perseverancia escolar no fue lo más loco del día (ya no se considera novedad) sino el hecho de que, en casa, esta misma falta de perseverancia contribuyó a que TODOS termináramos tomando siestas involuntarias. Fue una suerte que lograra levantarme minutos antes de la hora en que debía estar ya tomando el camioncete.
JUEVES:
Aparentemente este había sido un día tranquilo, hasta que... Bueno, el camión en el que yo iba chocó con un auto, volándole literalmente un espejo retrovisor. La cosa se puso color de hormiga y yo opté por aplicar la ninja y bajarme discretamente para ver si a pie lograba cortar el trecho. El problema es que el "trecho" es de casi cuatro calles enteras (lo que equivale a unas 15 cuadras) en medio de la noche cuando la zona se pone peor que pelicula de terror y sin más que dos o tres paradas de camión a la redonda; si la cosa no iba ya mal, cuando por fin llegué a mi casa (me rendi a las 6 cuadras y tome un camión que me dejaba igual de cerca) descubrí que la calle entera estaba a oscuras. ¿Porqué? Uno nunca lo sabrá...
En fin, asi han sido las cosas en una sola semana. Por si fuera poco mañana tendré examen de français y solo Dios sabe si sobrevivo, en caso de que no... *se pone de rodillas*:
LOBITA: Jesus, Alá, Mahoma, Buda, Monesvol, Zeus, Odín, Tonatiuh, Visnú, los amo a todos!!!
Okno XD solo queria expresarlo en voz alta.
Asi que ya saben, cuidense, la supertición puede matar...o descomponer camiones. Adiosito!!!
P.D En el próximo post subiré el segundo capítulo de la novela. Bueno, eso si no le gana en competencia mi post de "cómo leer runas" que estoy preparando :P no apto para gente suceptible a los idiomas raros.
FAVOR DE ALIMENTAR A HOLMES Y A HELSING, GRACIAS.
jueves, 31 de mayo de 2012
DIAS DE TRUENO
Palabras clave de mis desgracias
accidentes,
anécdotas,
escandinavia,
escuela,
estrés,
familia,
mitologia,
momento de histeria,
quiero a mi mami,
terror
martes, 22 de mayo de 2012
LAS RELIQUIAS DE LOS DIOSES (Cap. 1)
1
EL ARCO
El despertador hizo acto de presencia, como siempre, en la mejor parte del sueño. Mirando con rencor el ruidoso aparatito, Nina le dio un golpe firme para silenciarlo, y salió del agradable interior de sus sábanas; tocó con los pies descalzos el suelo, encantada con su tacto refrescante que en aquéllos días de primavera ansiaba tanto, y apenas estuvo fuera del lecho, se dispuso a vestirse.
Nina se miró aburridamente frente al espejo, con un dejo de frustración dibujado en la cara. Odiaba intensamente aquél uniforme, desde su pequeño suéter azul marino hasta su ridícula falda tableada en tonos grises y azules, pero lo que más odiaba eran los ridículos zapatitos escolares. Mientras los miraba, pensó melancólica en cómo suplicó a sus padres para que le compraran un par de zapatos más femeninos, con un poco de tacón quizá, para no tener un aspecto tan aniñado en comparación con el de sus compañeras.
Pero eso no había sido posible, se dijo a sí misma. Mientras estuviera recluida en esa escuela no tendría posibilidades de usar zapatos con tacón, ni de acortarse un poco la falda (que poco faltaba para que le alcanzara las rodillas), ni de hacerse algo en el pelo (tomó entre sus dedos un largo y negro mechón fuera de su lugar), de hecho, mientras no cumpliera aún los dieciocho años, estaba perdida.
-Ya falta poco, amiga. –se animó frente al espejo, y bajó para desayunar.
Lo único bueno de ése día era que tendrían una excursión; lo malo era que la excursión no estaba planeada para ser cómoda. En la costa de aquélla región existía un monumento natural, un archipiélago muy famoso por la cantidad casi increíble de elementos antropológicos que en él se habían descubierto desde hacía casi un siglo atrás. Puntas de flecha, cuchillos, grabados y relieves de origen aún desconocido, y lo más magnífico de todo: un gigantesco arco de piedra. Se alzaba, majestuoso, a unos tres metros del suelo, y se perfilaba solitario frente al archipiélago desde la cúspide de un acantilado.
La multitud parloteaba en el autobús; Nina, silenciosa, se trenzaba el cabello mirando a la calle, y luego, a sus compañeros. Suspiró al descubrir que Alicia, aquélla beldad de cabellos azabache y labios rojos como la sangre, estaba sentada al lado de Edmundo. Los ojos de Nina se entrecerraron, mirando fijamente a aquél alegre muchacho de pelo castaño y rizado, de sonrisa fácil y risa franca; era habitualmente muy reservado y callado, por eso le sorprendió ver cómo Alicia lo manejaba perfectamente dentro de su enredosa plática.
Sacudiendo la cabeza, Nina se dispuso a seguir mirando por la ventana, intentando acallar el dolor en el pecho que sentía por saber que ella jamás podría llamar la atención de alguien así.
El autobús se estacionó frente a una caseta de madera, con el rótulo de “Información” sobre la entrada; afuera de la puerta ya los esperaba el guía, un muchacho de aspecto lánguido y ojos grandes, que sostenía a la vez un altavoz, una radio, un botiquín de primeros auxilios y un sombrero para protegerse del sol. Uno a uno, los estudiantes bajaron del autobús y se detuvieron frente a la caseta.
-¡Buenos días! –exclamó el guía usando su altavoz, lo que le alteró los nervios al pobre maestro Monclova, que de por sí se ponía nervioso hasta con el claxon de una bicicleta. –Bienvenidos todos al Parque Escandinavo; deben saber que este lugar es un monumento natural y cultural…
Los ojos de Nina se perdieron en el horizonte. Estaban rodeados por dos grupos inmensos de árboles que agitaban bellamente sus hojas con la leve brisa de viento, que no era suficiente para calmar el calor de la atmósfera; todos se abanicaban frenéticamente, y los pocos que habían llevado suéter lo dejaban abandonado a orillas del autobús mientras el guía seguía hablando y hablando.
-Ahora todos, les recuerdo que deben tener mucho cuidado; aquí el llano es muy plano y es muy difícil accidentarse, pero todo cambiará cuando lleguemos al acantilado. Hay muchas piedras sobre éste, y aún más por las laderas. Nosotros tenemos una escalera especial para que podamos descender e ir a los islotes que forman el archipiélago, pero cualquier cosa puede ocurrir. Así que por favor anden con cuidado y no se separen del grupo, ¿entendieron?
-¡Sí! –respondió el grupo a coro.
-Excelente. Entonces adelante.
Todos se movieron como una curiosa marabunta azul y gris. Nina se amarró el suéter a la cintura y los siguió; miraba fascinada las sombras verdes proyectadas por las hojas de los árboles, y apenas escuchaba fragmentos de la explicación que daba el guía. El profesor Monclova parecía al borde de un ataque cardíaco. Vestido ridículamente con su chaqueta de profesor pero con unos pantalones de boy scout desentonaba con todos los demás; peor aún, con los anteojos redondos colgando al lado de sus binoculares y con su sombrero de explorador calado en la pelona, el nervioso maestro de Historia era blanco de las burlas discretas de sus condiscípulos.
Finalmente, luego de unos metros caminando cuesta arriba, llegaron al acantilado. Una ovación de sorpresa general salió de los labios de todos; debajo de ellos, se extendía prodigiosa una playa de piedrecillas, y entre sus claras aguas, perdidas como fragmentos de un rompecabezas, estaban los míticos islotes, ninguno mayor en tamaño que un patio escolar. Y más allá, se veían las islas de mayor tamaño de aquél inmenso lago, que más parecía un mar interno con aquéllos exquisitos aditamentos naturales.
-Hermoso, ¿cierto? –dijo el guía. –Por lo menos treinta kilómetros hasta donde los ojos alcanzan a ver. Y si miran sobre este mismo acantilado, se encontrarán con el monumento más misterioso de todo este lugar: el arco.
Justo sobre el borde del acantilado forrado con pasto y rocas, se alzaba, majestuoso, imponente y magnífico arco de piedra gris, que dirigía su enorme abertura diagonalmente hacia los islotes llenos de tesoros, como si los observara por encima del hombro.
-Este arco tiene una antigüedad de más de dos mil años, según pruebas geológicas; hasta ahora, ningún estudioso ha podido descifrar el porqué está ahí sobre el acantilado, ni lo que dicen las misteriosas runas que están escritas en sus bordes.
-¿Runas? –saltó de pronto Nina, llamando la atención de sus compañeros.
-Así es. Una serie de runas grabadas a lo largo del arco en relieve; no han sido aún reconocidas ni por lingüistas, ni por antropólogos ni por nadie. Hay quienes dicen –agregó el guía en tono misterioso. –que esas runas no pertenecen a ése grupo que nosotros conocemos. Hay quienes se atreven a afirmar que ésas runas sólo son conocidas… por alguien más…
Dejó que hubiera un instante de silencio dubitativo, y luego dijo:
-Ahora, sigamos hasta la próxima esquina donde nos esperan las escaleras. Tengan cuidado.
Nina hizo caso omiso de la bola de personas que avanzaban despacio, quejándose en voz alta por el fuerte sol, y miró con curiosidad infinita el arco. Cerró los ojos por un instante; recordó cómo, hacía años atrás, en su misma calle había vivido un anciano al que todos llamaban “el vikingo”; tenía de hecho toda la pinta de uno, con su barba larga y enmarañada, su aspecto descomunal tan poco común en aquéllas latitudes, y sus ojos grandes y azules. Este “vikingo” recorría las calles por la mañana, vestido con una raída chaqueta gris, y volvía por las tardes a instalarse silenciosamente afuera de su casa, sentado en una desgastada silla tejida y con libros en idiomas extraños sobre el regazo. Nina lo había visto varias veces, pero sólo en una ocasión había tenido el valor de acercársele; ésa vez, el “vikingo” la miró con ojos fieros por un instante, y luego alargó una mano para revolverle cariñoso los cabellos. A veces a su madre le gustaba decir que desde aquél día los cabellos de Nina no habían tenido arreglo alguno, y la propia joven lo llegaba a pensar seriamente.
Lo que sucedió con el “vikingo” fue por siempre un misterio. Un día, cuando Nina acababa de cumplir los doce años, vieron al hombre salir de su casa; no llevaba su habitual chaqueta, sino una especie de capa con la que se ponía al resguardo de la lluvia, y luego de echar un vistazo final a la calle, echó a andar para jamás volver. Algunos aseguraban haber visto a un hombre de veras enorme, con barba revuelta y una capa muy similar a la que cargaba aquél misterioso vecino ése día, caminando contra las fuertes y heladas ráfagas de viento que golpeaban el Parque Escandinavo, y que llegó frente al arco de piedra. Unos instantes después, el caballero había desaparecido para no volver a ser visto, ni vivo ni muerto, jamás.
En eso pensaba Nina cuando ascendía por la ladera del acantilado. Sus pies no tropezaron con ninguna de las piedrecillas que estaban sueltas, y no le importó que el sol amenazara con calcinarla a causa de su repentina cercanía; sólo cuando estuvo por fin enfrente de aquél hermoso monumento frenó su caminata.
El viento soplaba discreto sobre su cabeza, y de pronto la naturaleza parecía haber enmudecido. Nina extendió una mano para tocar el arco, y dio un respingo cuando la fría piedra tuvo contacto con sus dedos. Era una piedra maravillosamente suave, como mármol pulido, y cubierta verdaderamente de varias runas en relieve, runas en verdad misteriosas que cuando Nina acarició, le pareció que cobraban repentinamente vida. Un suspiro profundo salió de lo más hondo de su corazón, y se dejó llevar por la sensación tersa y curiosa de la roca tallada.
Luego de unos instantes, la joven se asomó por un lado y por el otro del arco, intentando entender cómo una cosa así pudo haber aparecido en aquél acantilado; se la ocurrió que quizá hubo alguna vez ahí un edificio hecho de piedra, pero nada, excepto el arco mismo, parecían hacer probable esa teoría. Como si fuera una niñita juguetona, Nina corrió alrededor del arco, dando alegres voces que esperaba no fueran escuchadas por sus compañeros, pues de otro modo su íntima aventura terminaría en un santiamén; luego se alejó a grandes pasos del arco, y se dispuso a correr hacia él y atravesarlo, sólo por diversión.
-En sus marcas… -susurró para sí. –listos…
Por un fugaz instante recordó a su abuela Lucía, quien años atrás, cuando aún vivía, le había hecho una advertencia en rima:
Si tú la vida no quieres arriesgar
A través de ningún arco deberás pasar.
Las piernas de Nina se entumecieron de pronto, al recordar aquélla curiosa frase; le sorprendió primero haberla recordado luego de tanto tiempo, sobre todo en aquéllos momentos en que se disponía a cruzar un arco. Pero después, dando un resoplido, repuso:
-Sólo lo voy a atravesar una vez y ya. No puede pasarme nada.
Volvió a tomar postura de carrera y, sonriendo, dijo:
-En sus marcas… listos… ¡fuera!
Y echó a correr en dirección del arco como si no hubiera un mañana. Sonrió al ver que le faltaban apenas tres metros para llegar a la meta, dos metros, un metro…
Apenas cruzó su pie el arco, éste golpeó con algo que parecía una piedra suelta, y al cruzar, Nina dio traspiés sobre un suelo especialmente duro y seco.
EL ARCO
El despertador hizo acto de presencia, como siempre, en la mejor parte del sueño. Mirando con rencor el ruidoso aparatito, Nina le dio un golpe firme para silenciarlo, y salió del agradable interior de sus sábanas; tocó con los pies descalzos el suelo, encantada con su tacto refrescante que en aquéllos días de primavera ansiaba tanto, y apenas estuvo fuera del lecho, se dispuso a vestirse.
Nina se miró aburridamente frente al espejo, con un dejo de frustración dibujado en la cara. Odiaba intensamente aquél uniforme, desde su pequeño suéter azul marino hasta su ridícula falda tableada en tonos grises y azules, pero lo que más odiaba eran los ridículos zapatitos escolares. Mientras los miraba, pensó melancólica en cómo suplicó a sus padres para que le compraran un par de zapatos más femeninos, con un poco de tacón quizá, para no tener un aspecto tan aniñado en comparación con el de sus compañeras.
Pero eso no había sido posible, se dijo a sí misma. Mientras estuviera recluida en esa escuela no tendría posibilidades de usar zapatos con tacón, ni de acortarse un poco la falda (que poco faltaba para que le alcanzara las rodillas), ni de hacerse algo en el pelo (tomó entre sus dedos un largo y negro mechón fuera de su lugar), de hecho, mientras no cumpliera aún los dieciocho años, estaba perdida.
-Ya falta poco, amiga. –se animó frente al espejo, y bajó para desayunar.
Lo único bueno de ése día era que tendrían una excursión; lo malo era que la excursión no estaba planeada para ser cómoda. En la costa de aquélla región existía un monumento natural, un archipiélago muy famoso por la cantidad casi increíble de elementos antropológicos que en él se habían descubierto desde hacía casi un siglo atrás. Puntas de flecha, cuchillos, grabados y relieves de origen aún desconocido, y lo más magnífico de todo: un gigantesco arco de piedra. Se alzaba, majestuoso, a unos tres metros del suelo, y se perfilaba solitario frente al archipiélago desde la cúspide de un acantilado.
La multitud parloteaba en el autobús; Nina, silenciosa, se trenzaba el cabello mirando a la calle, y luego, a sus compañeros. Suspiró al descubrir que Alicia, aquélla beldad de cabellos azabache y labios rojos como la sangre, estaba sentada al lado de Edmundo. Los ojos de Nina se entrecerraron, mirando fijamente a aquél alegre muchacho de pelo castaño y rizado, de sonrisa fácil y risa franca; era habitualmente muy reservado y callado, por eso le sorprendió ver cómo Alicia lo manejaba perfectamente dentro de su enredosa plática.
Sacudiendo la cabeza, Nina se dispuso a seguir mirando por la ventana, intentando acallar el dolor en el pecho que sentía por saber que ella jamás podría llamar la atención de alguien así.
El autobús se estacionó frente a una caseta de madera, con el rótulo de “Información” sobre la entrada; afuera de la puerta ya los esperaba el guía, un muchacho de aspecto lánguido y ojos grandes, que sostenía a la vez un altavoz, una radio, un botiquín de primeros auxilios y un sombrero para protegerse del sol. Uno a uno, los estudiantes bajaron del autobús y se detuvieron frente a la caseta.
-¡Buenos días! –exclamó el guía usando su altavoz, lo que le alteró los nervios al pobre maestro Monclova, que de por sí se ponía nervioso hasta con el claxon de una bicicleta. –Bienvenidos todos al Parque Escandinavo; deben saber que este lugar es un monumento natural y cultural…
Los ojos de Nina se perdieron en el horizonte. Estaban rodeados por dos grupos inmensos de árboles que agitaban bellamente sus hojas con la leve brisa de viento, que no era suficiente para calmar el calor de la atmósfera; todos se abanicaban frenéticamente, y los pocos que habían llevado suéter lo dejaban abandonado a orillas del autobús mientras el guía seguía hablando y hablando.
-Ahora todos, les recuerdo que deben tener mucho cuidado; aquí el llano es muy plano y es muy difícil accidentarse, pero todo cambiará cuando lleguemos al acantilado. Hay muchas piedras sobre éste, y aún más por las laderas. Nosotros tenemos una escalera especial para que podamos descender e ir a los islotes que forman el archipiélago, pero cualquier cosa puede ocurrir. Así que por favor anden con cuidado y no se separen del grupo, ¿entendieron?
-¡Sí! –respondió el grupo a coro.
-Excelente. Entonces adelante.
Todos se movieron como una curiosa marabunta azul y gris. Nina se amarró el suéter a la cintura y los siguió; miraba fascinada las sombras verdes proyectadas por las hojas de los árboles, y apenas escuchaba fragmentos de la explicación que daba el guía. El profesor Monclova parecía al borde de un ataque cardíaco. Vestido ridículamente con su chaqueta de profesor pero con unos pantalones de boy scout desentonaba con todos los demás; peor aún, con los anteojos redondos colgando al lado de sus binoculares y con su sombrero de explorador calado en la pelona, el nervioso maestro de Historia era blanco de las burlas discretas de sus condiscípulos.
Finalmente, luego de unos metros caminando cuesta arriba, llegaron al acantilado. Una ovación de sorpresa general salió de los labios de todos; debajo de ellos, se extendía prodigiosa una playa de piedrecillas, y entre sus claras aguas, perdidas como fragmentos de un rompecabezas, estaban los míticos islotes, ninguno mayor en tamaño que un patio escolar. Y más allá, se veían las islas de mayor tamaño de aquél inmenso lago, que más parecía un mar interno con aquéllos exquisitos aditamentos naturales.
-Hermoso, ¿cierto? –dijo el guía. –Por lo menos treinta kilómetros hasta donde los ojos alcanzan a ver. Y si miran sobre este mismo acantilado, se encontrarán con el monumento más misterioso de todo este lugar: el arco.
Justo sobre el borde del acantilado forrado con pasto y rocas, se alzaba, majestuoso, imponente y magnífico arco de piedra gris, que dirigía su enorme abertura diagonalmente hacia los islotes llenos de tesoros, como si los observara por encima del hombro.
-Este arco tiene una antigüedad de más de dos mil años, según pruebas geológicas; hasta ahora, ningún estudioso ha podido descifrar el porqué está ahí sobre el acantilado, ni lo que dicen las misteriosas runas que están escritas en sus bordes.
-¿Runas? –saltó de pronto Nina, llamando la atención de sus compañeros.
-Así es. Una serie de runas grabadas a lo largo del arco en relieve; no han sido aún reconocidas ni por lingüistas, ni por antropólogos ni por nadie. Hay quienes dicen –agregó el guía en tono misterioso. –que esas runas no pertenecen a ése grupo que nosotros conocemos. Hay quienes se atreven a afirmar que ésas runas sólo son conocidas… por alguien más…
Dejó que hubiera un instante de silencio dubitativo, y luego dijo:
-Ahora, sigamos hasta la próxima esquina donde nos esperan las escaleras. Tengan cuidado.
Nina hizo caso omiso de la bola de personas que avanzaban despacio, quejándose en voz alta por el fuerte sol, y miró con curiosidad infinita el arco. Cerró los ojos por un instante; recordó cómo, hacía años atrás, en su misma calle había vivido un anciano al que todos llamaban “el vikingo”; tenía de hecho toda la pinta de uno, con su barba larga y enmarañada, su aspecto descomunal tan poco común en aquéllas latitudes, y sus ojos grandes y azules. Este “vikingo” recorría las calles por la mañana, vestido con una raída chaqueta gris, y volvía por las tardes a instalarse silenciosamente afuera de su casa, sentado en una desgastada silla tejida y con libros en idiomas extraños sobre el regazo. Nina lo había visto varias veces, pero sólo en una ocasión había tenido el valor de acercársele; ésa vez, el “vikingo” la miró con ojos fieros por un instante, y luego alargó una mano para revolverle cariñoso los cabellos. A veces a su madre le gustaba decir que desde aquél día los cabellos de Nina no habían tenido arreglo alguno, y la propia joven lo llegaba a pensar seriamente.
Lo que sucedió con el “vikingo” fue por siempre un misterio. Un día, cuando Nina acababa de cumplir los doce años, vieron al hombre salir de su casa; no llevaba su habitual chaqueta, sino una especie de capa con la que se ponía al resguardo de la lluvia, y luego de echar un vistazo final a la calle, echó a andar para jamás volver. Algunos aseguraban haber visto a un hombre de veras enorme, con barba revuelta y una capa muy similar a la que cargaba aquél misterioso vecino ése día, caminando contra las fuertes y heladas ráfagas de viento que golpeaban el Parque Escandinavo, y que llegó frente al arco de piedra. Unos instantes después, el caballero había desaparecido para no volver a ser visto, ni vivo ni muerto, jamás.
En eso pensaba Nina cuando ascendía por la ladera del acantilado. Sus pies no tropezaron con ninguna de las piedrecillas que estaban sueltas, y no le importó que el sol amenazara con calcinarla a causa de su repentina cercanía; sólo cuando estuvo por fin enfrente de aquél hermoso monumento frenó su caminata.
El viento soplaba discreto sobre su cabeza, y de pronto la naturaleza parecía haber enmudecido. Nina extendió una mano para tocar el arco, y dio un respingo cuando la fría piedra tuvo contacto con sus dedos. Era una piedra maravillosamente suave, como mármol pulido, y cubierta verdaderamente de varias runas en relieve, runas en verdad misteriosas que cuando Nina acarició, le pareció que cobraban repentinamente vida. Un suspiro profundo salió de lo más hondo de su corazón, y se dejó llevar por la sensación tersa y curiosa de la roca tallada.
Luego de unos instantes, la joven se asomó por un lado y por el otro del arco, intentando entender cómo una cosa así pudo haber aparecido en aquél acantilado; se la ocurrió que quizá hubo alguna vez ahí un edificio hecho de piedra, pero nada, excepto el arco mismo, parecían hacer probable esa teoría. Como si fuera una niñita juguetona, Nina corrió alrededor del arco, dando alegres voces que esperaba no fueran escuchadas por sus compañeros, pues de otro modo su íntima aventura terminaría en un santiamén; luego se alejó a grandes pasos del arco, y se dispuso a correr hacia él y atravesarlo, sólo por diversión.
-En sus marcas… -susurró para sí. –listos…
Por un fugaz instante recordó a su abuela Lucía, quien años atrás, cuando aún vivía, le había hecho una advertencia en rima:
Si tú la vida no quieres arriesgar
A través de ningún arco deberás pasar.
Las piernas de Nina se entumecieron de pronto, al recordar aquélla curiosa frase; le sorprendió primero haberla recordado luego de tanto tiempo, sobre todo en aquéllos momentos en que se disponía a cruzar un arco. Pero después, dando un resoplido, repuso:
-Sólo lo voy a atravesar una vez y ya. No puede pasarme nada.
Volvió a tomar postura de carrera y, sonriendo, dijo:
-En sus marcas… listos… ¡fuera!
Y echó a correr en dirección del arco como si no hubiera un mañana. Sonrió al ver que le faltaban apenas tres metros para llegar a la meta, dos metros, un metro…
Apenas cruzó su pie el arco, éste golpeó con algo que parecía una piedra suelta, y al cruzar, Nina dio traspiés sobre un suelo especialmente duro y seco.
Palabras clave de mis desgracias
escandinavia,
inspiración,
libros,
mitologia,
vikingos
sábado, 19 de mayo de 2012
LA MONOTONIA SUFRE EPILEPSIA
Si, damas y caballeros, aquí les presento otro aburrido misceláneo. Perdonarán (espero) que casi no me pasee por Bloggerlandia, pero la escuela de abogados del diablo de Leyes me exije estar machacandome en cuerpo y alma si acaso deseo sobrevivir este semestre. En fin.
Como dije, estos días han sido relativamente tranquilos. No ha pasado nada excitante desde el 27 de abril (o sea que llevo casi un mes en estado cuasi comatico porque literalmente no hay NADA bonito que hacer). Sin embargo, la monotonía actual ha tenido uno que otro altibajo, cual ataque epiléptico, que lo ha hecho más o menos tolerable. Unos ejemplos:
-Al parecer el Hades no se cansa de recolectar almas, y el paso de carrozas funerarias por la zona parece no tener fin. C'est la vie, c'est la morte.
-Hablando de la calaca, el otro día por poco la Lobita pasa a mejor vida gracias a alguien que aqui llamermos Señor Idiota con Lentes de Sol en Coche Blanco, que a pesar de ver como su segura servidora cruzaba calmadamente la calle no frenó ni le redujo la velocidad. Obviamente me tomé la amabilidad de informarle que el 10 de mayo ya había pasado, pero el susodicho aplicó la de Beethoven, o sea, se hizo el sordo.
-Desafiando la lógica y las leyes sociales, Lobita se compró un Tecolunch. Seguro se preguntarán ¿y qué es un Tecolunch? Pues es como una cajita feliz que venden en Samborn's; y a pesar de la cara de desconcierto yprofundo pánico recelo de los que ese día vagaban por la tienda del búho, no tuve ningún reparo en pedir el dichoso Tecolunch y recibir, a cambio, una figurita de Loki (sí, están dando monitos de los vengadores en Samborn's...¡¡corran por la suya porque se acaban!!).
-Mi pequeño Watson ha dejado de ser un minino. Ahora puede desaparecerse desde el crepusculo hasta el amanecer en los callejones y reaparecer maullando de una manera medio rara y apestando a gatos, muuuuuchos gatos. Me entienden, cierto???
-Mi computadora protagonizó un nuevo intento de suicidio y fue necesario repararla. Otra razón por la cual no estuve presente en el Internete durante taaaantos y taaaantos días.
Y cuentenme Hartit@s mi@s, como les ha ido en estos calurosos y horrorosos dias de primavera?? Les ha pasado algo interesanteno como a mi que el aburrimiento me mata ?? Adiosito!!!
Como dije, estos días han sido relativamente tranquilos. No ha pasado nada excitante desde el 27 de abril (o sea que llevo casi un mes en estado cuasi comatico porque literalmente no hay NADA bonito que hacer). Sin embargo, la monotonía actual ha tenido uno que otro altibajo, cual ataque epiléptico, que lo ha hecho más o menos tolerable. Unos ejemplos:
-Al parecer el Hades no se cansa de recolectar almas, y el paso de carrozas funerarias por la zona parece no tener fin. C'est la vie, c'est la morte.
-Hablando de la calaca, el otro día por poco la Lobita pasa a mejor vida gracias a alguien que aqui llamermos Señor Idiota con Lentes de Sol en Coche Blanco, que a pesar de ver como su segura servidora cruzaba calmadamente la calle no frenó ni le redujo la velocidad. Obviamente me tomé la amabilidad de informarle que el 10 de mayo ya había pasado, pero el susodicho aplicó la de Beethoven, o sea, se hizo el sordo.
-Desafiando la lógica y las leyes sociales, Lobita se compró un Tecolunch. Seguro se preguntarán ¿y qué es un Tecolunch? Pues es como una cajita feliz que venden en Samborn's; y a pesar de la cara de desconcierto y
-Mi pequeño Watson ha dejado de ser un minino. Ahora puede desaparecerse desde el crepusculo hasta el amanecer en los callejones y reaparecer maullando de una manera medio rara y apestando a gatos, muuuuuchos gatos. Me entienden, cierto???
-Mi computadora protagonizó un nuevo intento de suicidio y fue necesario repararla. Otra razón por la cual no estuve presente en el Internete durante taaaantos y taaaantos días.
Y cuentenme Hartit@s mi@s, como les ha ido en estos calurosos y horrorosos dias de primavera?? Les ha pasado algo interesante
Palabras clave de mis desgracias
aburricion,
amor,
cosas,
escuela,
infancia,
me quiero volver chango,
superheroes
martes, 8 de mayo de 2012
LOS VENGADORES, LOS HEROES MAS TAQUILLEROS DEL PLANETA (A VER NIEGUENMELO!!!)
Queridos hartitos y hartitas del mundo, les pido una soberana disculpa por mi violenta desaparición, durante la cual su leal Lobita viajó al Asgard y detuvo una vez más el Ragnarok con la ayuda de su poderoso libro de Teoría del Estado se la pasó en gran... aburrimiento. Pero en fin, hoy les vengo con la reseña que todos y todas han esperado.
Hemos sufrido, hemos llorado, hemos padecido ataques epilépticos y escenas dignas de un óscar, pero he aquí, ya llegó, ya está aquí, con nosotros: LOOOOOOOOOOS VENGADOREEEEEEES!!!
*se oye musiquita de mega fiesta de fin de curso*
Son poderosos, son famosos, son únicos, son los superheroes sobre los que Marvel depositó su esperanza luego del mega trancazo que significó perder en taquilla la franquicia de X Men y de Spiderman. Ya recorrimos cuatro años de violenta locura colectiva con Iron Man, Hulk, Thor y el Capitán América, contándonos hasta los dedos de los pies en espera de ése mágico 27 de abril cuando el orgasmo colectivo se llevaría a cabo en los cines del país.
¿Y qué pasó? Nada, que el 25 caí gravemente enferma y ya me veía yo cantando el Aleluya en un coro de ángeles guiado por san Miguel, pero ese no es el punto. El punto es que yo, Lobita Nocturna, en uno de sus muchos ataques psicóticos, me dejé inyectar penicilina durante varias ocasiones para el 27, con todo y fiebre de 37 grados, largarme al cine acompañada del siempre leal MMM (el amigo del bachillerato que parece vivir para...bueno, para muchas cosas estrambóticas).
Verán ustedes, por razones que superan el límite de la razón y la lógica, Lobita se vio obligada a asistir al cine vestida con un accesorio poco común pero por el cual muchas fangirls en el mundo pagarían una millonada. Así es, Lobita se adornó los negros cabellos con unos supergrandiosos y megavistosos... cuernos. Sí, cuernos, como los de Loki. Cuernos asi:
(Ya se imaginarán la odisea que pasé primero con el cuello erguido para que los dichosos cuernos no se me resbalaran por la frente, luego tratando de subirme al camión y después intentando ignorar a la bola de imbéciles ociosos que intentaban o ensartarme cosas en los cuernos o me gritaban "cabra loca" a cada paso).
Total que cuando llegamos por fin al cine, una fila sempiterna de padres y sus aún más numerosos niñitos se formaban para pedir boleto. La multitud también se entretuvo en comprarse los artículos promocionales (llámense vasos coleccionables de la película) y de mirar, con asombro y sobrecogimiento, cómo yo vadeaba los océanos de mocosos para pedir, todavía con los cuernos encasquetados, los boletitos requeridos.
Bueno, vayamos a lo importante, ¿de qué va la película? Tranquilos, los spoilers a estas alturas ya son más cantados que nada (sí, Tom Hiddleston, te estoy hablando a ti, boca floja):
Érase una vez un mundo donde vivían unas lindas criaturitas llamadas Chitauris, unos marcianitos horrorosos y medio primitivos que no vieron mal en aliarse con Loki (el diabólico y encantador hermanastro de Thor) a cambio de que él les devolviera una cosa llamada Tesetacto, una especie de cubo luminoso con suficiente energía para iluminar el mundo. Total que, en la Tierra, Nick Fury (Samuel L. Jackson, a.k.a "I'm sick of this motherfucking snakes on this motherfucking plane") llega con su tropa de agentes de S.H.I.E.L.D a mirar el dichoso teseracto que se encuentra en las poco habiles manos del doctor Erik Selvig (si no vieron la peli de Thor seguro que no sabrán quien es este cuate). De pronto (inserte viñetas de memes aquí) un salvaje Loki aparece, le rompe la mauser a todos, hipnotiza a Selvig y a Hawkeye (un agente de S.H.I.E.L.D y miembro de Los Vengadores), se roba el teseracto y desata el caos. Total que en este momento Fury decide convocar a los superpoderosos Iron Man, el Capitán América (mejor conocido por Tony Stark como Capipaleta), Black Widow y el siempre despistado doctor Bruce Banner, o sease, Hulk, para localizar el teseracto y romperle la hermosa cara a Loki en el proceso.
Pero las cosas no son tan fáciles, y cuando la misión parece ir bien (memes otra vez) un salvaje (y bien peinado) Thor aparece, se lleva a su hermanastro con el que tiene una de sus ya conocidísimas pláticas inspiracionales y se agarra a martillazo limpio con el hombre de hierro y el políticamente correcto capitán. Luego de esta divina escena a Loki lo meten en una jaulita de cristal y todo parece perfecto, pero solo es una trampa, una trampa que atraerá muchos problemas cuando los Vengadores se peleen entre ellos y S.H.I.E.L.D se vea amenazado y nadie sepa qué hacer. ¿Lograrán salvar al mundo o les dolerá mucho en el intento? Descúbranlo ustedes mismos.
Ahora, ¿qué es lo bueno? Hay una trama sencilla pero interesante, hay explosiones y golpes y patadas, pero no muchas, hay peleas psicológicas (usualmente provocadas y/o iniciadas por Loki), hay momentazos nerd (protagonizados por Steve Rogers), hay buena música, hay una hilación que no se interrumpe y se sostiene tan bien que no te darás cuenta de que a la mitad de la película ya llevas casi dos horas aplastadísim@ en el asiento. Además, la escena clímax está, si no para morir e irse al cielo, sí para gozarla. Un plus es que los chistes no son ni ácidos ni típicos, incluso hay escenas que son accidentalmente cómicas aunque la intención sea completamente otra. En resumen, te gusten los superhéroes o no, esta película te fascinará.
¿Lo malo? A lo mejor, si no eres muy fan del universo Marvel, no tendrá ni idea de quién diablos son los chitauri, cual es la función del Consejo y mucho menos entenderás cuál es la relevancia de la escena al final de los créditos. Otra cosa que en lo personal no me gustó (lo admito ¬¬) fue el excesivo protagonismo de Black Widow, a.k.a Scarlett Johannson. Ya sé que aparte de la agente Hill es la única chica con algo de relevancia en la historia, pero verla con su cara de heroína sufrida y traumatizada en combinación con su escote cada vez más apretado resulta chocante.Además no me hizo gracia lo que le dijo Loki porque me sonó a que asistiría a una escena digna de la película de Demi Moore...¿cómo se llama, Strip Tease?)
Y entonces, por su trama, sus personajes y también por sus actores le doy a esta película, por primera vez en la historia de este blog, un perfecto 10. Porque si creyeron una locura juntar a tanta estrella hollywoodense en una película pelomitera y de superheroes, al verla se darán cuenta de que valió la pena. Así que tomen sus escudos, sus martillos, sus reactores y su mal humor y vayan a disfrutar de la película que logró superar en su primera semana a The Dark Knight. ¡¡Adiosito!!
Hemos sufrido, hemos llorado, hemos padecido ataques epilépticos y escenas dignas de un óscar, pero he aquí, ya llegó, ya está aquí, con nosotros: LOOOOOOOOOOS VENGADOREEEEEEES!!!
*se oye musiquita de mega fiesta de fin de curso*
Son poderosos, son famosos, son únicos, son los superheroes sobre los que Marvel depositó su esperanza luego del mega trancazo que significó perder en taquilla la franquicia de X Men y de Spiderman. Ya recorrimos cuatro años de violenta locura colectiva con Iron Man, Hulk, Thor y el Capitán América, contándonos hasta los dedos de los pies en espera de ése mágico 27 de abril cuando el orgasmo colectivo se llevaría a cabo en los cines del país.
¿Y qué pasó? Nada, que el 25 caí gravemente enferma y ya me veía yo cantando el Aleluya en un coro de ángeles guiado por san Miguel, pero ese no es el punto. El punto es que yo, Lobita Nocturna, en uno de sus muchos ataques psicóticos, me dejé inyectar penicilina durante varias ocasiones para el 27, con todo y fiebre de 37 grados, largarme al cine acompañada del siempre leal MMM (el amigo del bachillerato que parece vivir para...bueno, para muchas cosas estrambóticas).
Verán ustedes, por razones que superan el límite de la razón y la lógica, Lobita se vio obligada a asistir al cine vestida con un accesorio poco común pero por el cual muchas fangirls en el mundo pagarían una millonada. Así es, Lobita se adornó los negros cabellos con unos supergrandiosos y megavistosos... cuernos. Sí, cuernos, como los de Loki. Cuernos asi:
(Ya se imaginarán la odisea que pasé primero con el cuello erguido para que los dichosos cuernos no se me resbalaran por la frente, luego tratando de subirme al camión y después intentando ignorar a la bola de
Total que cuando llegamos por fin al cine, una fila sempiterna de padres y sus aún más numerosos niñitos se formaban para pedir boleto. La multitud también se entretuvo en comprarse los artículos promocionales (llámense vasos coleccionables de la película) y de mirar, con asombro y sobrecogimiento, cómo yo vadeaba los océanos de mocosos para pedir, todavía con los cuernos encasquetados, los boletitos requeridos.
Bueno, vayamos a lo importante, ¿de qué va la película? Tranquilos, los spoilers a estas alturas ya son más cantados que nada (sí, Tom Hiddleston, te estoy hablando a ti, boca floja):
Érase una vez un mundo donde vivían unas lindas criaturitas llamadas Chitauris, unos marcianitos horrorosos y medio primitivos que no vieron mal en aliarse con Loki (el diabólico y encantador hermanastro de Thor) a cambio de que él les devolviera una cosa llamada Tesetacto, una especie de cubo luminoso con suficiente energía para iluminar el mundo. Total que, en la Tierra, Nick Fury (Samuel L. Jackson, a.k.a "I'm sick of this motherfucking snakes on this motherfucking plane") llega con su tropa de agentes de S.H.I.E.L.D a mirar el dichoso teseracto que se encuentra en las poco habiles manos del doctor Erik Selvig (si no vieron la peli de Thor seguro que no sabrán quien es este cuate). De pronto (inserte viñetas de memes aquí) un salvaje Loki aparece, le rompe la mauser a todos, hipnotiza a Selvig y a Hawkeye (un agente de S.H.I.E.L.D y miembro de Los Vengadores), se roba el teseracto y desata el caos. Total que en este momento Fury decide convocar a los superpoderosos Iron Man, el Capitán América (mejor conocido por Tony Stark como Capipaleta), Black Widow y el siempre despistado doctor Bruce Banner, o sease, Hulk, para localizar el teseracto y romperle la hermosa cara a Loki en el proceso.
Pero las cosas no son tan fáciles, y cuando la misión parece ir bien (memes otra vez) un salvaje (y bien peinado) Thor aparece, se lleva a su hermanastro con el que tiene una de sus ya conocidísimas pláticas inspiracionales y se agarra a martillazo limpio con el hombre de hierro y el políticamente correcto capitán. Luego de esta divina escena a Loki lo meten en una jaulita de cristal y todo parece perfecto, pero solo es una trampa, una trampa que atraerá muchos problemas cuando los Vengadores se peleen entre ellos y S.H.I.E.L.D se vea amenazado y nadie sepa qué hacer. ¿Lograrán salvar al mundo o les dolerá mucho en el intento? Descúbranlo ustedes mismos.
Ahora, ¿qué es lo bueno? Hay una trama sencilla pero interesante, hay explosiones y golpes y patadas, pero no muchas, hay peleas psicológicas (usualmente provocadas y/o iniciadas por Loki), hay momentazos nerd (protagonizados por Steve Rogers), hay buena música, hay una hilación que no se interrumpe y se sostiene tan bien que no te darás cuenta de que a la mitad de la película ya llevas casi dos horas aplastadísim@ en el asiento. Además, la escena clímax está, si no para morir e irse al cielo, sí para gozarla. Un plus es que los chistes no son ni ácidos ni típicos, incluso hay escenas que son accidentalmente cómicas aunque la intención sea completamente otra. En resumen, te gusten los superhéroes o no, esta película te fascinará.
¿Lo malo? A lo mejor, si no eres muy fan del universo Marvel, no tendrá ni idea de quién diablos son los chitauri, cual es la función del Consejo y mucho menos entenderás cuál es la relevancia de la escena al final de los créditos. Otra cosa que en lo personal no me gustó (lo admito ¬¬) fue el excesivo protagonismo de Black Widow, a.k.a Scarlett Johannson. Ya sé que aparte de la agente Hill es la única chica con algo de relevancia en la historia, pero verla con su cara de heroína sufrida y traumatizada en combinación con su escote cada vez más apretado resulta chocante.
Y entonces, por su trama, sus personajes y también por sus actores le doy a esta película, por primera vez en la historia de este blog, un perfecto 10. Porque si creyeron una locura juntar a tanta estrella hollywoodense en una película pelomitera y de superheroes, al verla se darán cuenta de que valió la pena. Así que tomen sus escudos, sus martillos, sus reactores y su mal humor y vayan a disfrutar de la película que logró superar en su primera semana a The Dark Knight. ¡¡Adiosito!!
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