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jueves, 4 de noviembre de 2010

TENGO FRIOOOOOOO...

Normalmente desde el mes de marzo hasta el mes de septiembre, no puedo hallar acomodo en ningún sitio: el uniforme escolar me rostiza, no puedo durar mucho con una misma pijama, prácticamente duermo en el suelo por el calor... Bueno, cientos de cosas me pasan por vivir en una ciudad donde se puede llegar a los 30 grados de noche.
Pero apenas empieza octubre, la cancioncita cambia, y mucho, como cuando los grupos de banda agarran una canción y la descomponen a placer ¬¬ y ahora me congelo!!
No hallo un sitio lo suficientemente pequeño y calentito para dormir, me pongo como cuatro o cinco cobijas encima de noche y lo único que consigo es comenzar a ahogarme leeeeeeentamente, me cuesta un trabajo levantarme en la mañanita y salir de mis tibias mantas para que, apenas salido el dedo gordo de mi pie fuera de estas, grite:
-¡AAAAAAAAAAAAAAAY! ¿Qué onda, estoy en el polo norte o qué?
Es oficial: me congelo. Y mucho. Próximamente terminaré convertida en monito de nieve, porque Lobolandia es de temperaturas patéticamente extremas: en primavera, parezco pollo rostizado (nomás me falta agarrarme a un tubo y dar vueltas) y en invierno, se me congelan hasta las ideas. Bueno, estos días desearía ser un pan, para pasar laaaaaaaaargas y deliciosas horas en un horno. Hmmm, horno....
Pero, aparte de que quedo heca un cubito de hielo, otras cosas interesantísimas pasan en invierno. La primera y principal... me deprimo. Mucho.
De pequeña fui muy apegada a la Navidad, sobre todo el modo en que la celebraban en mi casita. Pero... ¿no les ha pasado que crecen y las cosas cambian MUCHO de perspectiva? De pronto, de ésas navidades pasadas a los seis, siete años, solamente queda el recuerdo...
Me da miedo. Me da miedo perder ése cosquilleo en el fondo del estómago cuando comenzaba a escuchar los villancicos, a dejar de hipnotizarme con las luces del árbol, a dejar de arrullar al niño Dios en el nacimiento, a no volver a recuperar ni la paz ni la dicha que alguna vez estuvieron presentes en ésa época. Ahora, el invierno es muy oscuro, y mi único refugio son mis recuerdos y la esperanza de que, cuando la noche no sea tan larga, cuando las nubes grises se vayan, y cuando dejemos de mentirnos por dentro para ser felices, entonces podré ser feliz otra vez.
Sí, me duele mucho recordarme de niña y ver que las cosas eran preciosas, que de verdad se sentía lo que hacíamos. Ahora, me da miedo que llegue el 25 de diciembre, porque mis últimas memorias sólo son suspiros ahogados, súplicas silenciosas y lágrimas ocultas en la oscuridad, con las velas como únicas testigos de mis anhelos.
Invierno. El invierno se queda por dentro todo el año, y cuando llega aquí, mi verano tiembla, y a ratos parece ser un otoño imposible; es como si las heridas viejas se abrieran y me recordaran lo difícil que es, a veces, estar en un momento de felicidad y descubrir que todos solamente fingen estarlo. Y lo peor de todo es no poder hacer nada.
Echar a correr por las calles a la mitad de ésas noches heladas y contagiarme de la felicidad sincera de otros, dejarme llevar por las luces, por las canciones, por el viento, por la luna... Ya no apretar los dientes y hacerme la sorda y la fuerte, ya no escuchar frases pesimista, volver a sentir la Navidad tal y como era... No me refiero a los regalos, sino a ése sentimiento de paz tan sincero y alegre que antes tenía y ahora... ahora está extraviado. Se nos escapó a todos por una pequeña brecha.
¿Es mucho pedir un sólo día sin peleas y sin gritos? Yo creo que sí. Pero no me queda de otra más que refugiarme en el lucero eterno de las estrellas, y arrodillarme en el único sitio seguro que conozco y rogarle a Dios que por un solo día me deje descansar de tanta infelicidad. No quiero vivir en donde hay cenizas de guerras pasadas y nunca olvidadas. Cuando sea mayor y tenga a mis hijos, no voy a robarles ése pedazo de dicha, porque sería injusto ver cómo, poco a poco, se merma su felicidad y su esperanza.
Conmigo, al menos... no es muy tarde aún.









4 comentarios:

Fernando Soto dijo...

mmmm, creeme que las temperaturas extremas de tu ciudad son cómodas en comparación a como sucede en mi ciudad, si bien no son muy extremas, vivo en una de las ciudades más policlimáticas del país, osea, un día puedes estar a 40° a la sombra y al otro dia (y algunas veces dentro del mismo) estas a 3°

No por nada me paso medio año enfermo de gripa y tos, aunque ahorita si hace mucho frio, pero me agrada mucho mas el frio que el calor, me gusta traer chamarra n.n, no porque me vea bn, simplemente me siento mejor con una chamarra puesta n.n

Saludos

Mar dijo...

¡Vaya! Qué puede decirte alguien que está eternamente enamorada del invierno, por su clima y por las fechas importantes para mí que trae el fin de cada año.

Aveces, solo aveces es preciso saborear aquellos momentos de oscuridad, y nada mejor que en noches largas. No digo que te cortes las venas, sino lo contrario: La oscuridad es tan hermosa, tranquila y protectora si aprendes a apreciarla.

Ojalá todo pase rápido, ojalá no tarde en llegar el invierno en que empieces a crear buenos y mejores recuerdos.

Te deseo felices inviernos venideros.

Sheikan dijo...

yo tambien tengo frio Y_Y

hace mucho las fiestas decembrinas tambien eran super agradables para mi... pero esos tiempos ya pasaron, solo espero que algun dia regresen, no se si tenga que esperar a ser padre para vivir las fiestas alegre con mis hijos o si sera dentro de poco pero de lo unico que estoy seguro es que algun dia volvere a tener unas fiestas felices y se que a ti te pasara algo similar.

saludos y que estes bien.

Guerrero dijo...

En la oscuridad sale la luna a acompañarte, quizá puedas susrrarle los prbolemas y quién sabe, con la inoncecia de la niñez pueda pasar lo que quieras.

saludos, me gustó esta entrada, triste pero hermosa.