NOTA: Para los débiles de corazón y almas sensibles hasta a ver una mosca sin alas, mejor sáltense este blog y redúzcanse a comentar: "mi sincero pésame".
Porque hoy me toca a mi vestirme de luto ante el desafortunado evento que tuvo lugar ayer. Lo que comenzó como un momento de dicha y esperanza finalizó (como suele ocurrir) en tragedia.
El réquiem de hoy va dedicado a dos angelitos que poseían, cada uno, cuatro patitas, un par de orejas, una larga colita peluda y esponjosas barriguitas. ¿De quienes hablo? de los cachorros de mi querida Maya, que hoy descansan en el Más Allá mientras los del Más Acá no encontramos explicación aparente para tan desagradable desgracia.
Resulta que mi pequeña Maya estaba embarazada y justamente ayer inició el trabajo de parto con la normalidad que uno espera. Pero las horas se alargaron sin que los cachorros dieran señales de salir. Finalmente en un acto desesperado tuvimos que llevarla al veterinario, donde las horas se volvieron mas angustiosas cuando una blanca colita se asomó dando señales de vida. Los esfuerzos por extraer al bebé fueron inútiles, y al final, con medio cuerpo aún dentro de su madre, el pequeñito expiró.
Si esto no fuese poco, cayó la noche. Maya llevaba casi doce horas luchando por explusar a sus pequeñines, y en medio de su agotamiento fue incapaz de dar a luz al segundo, que murió en su interior, y se dejó caer agotada sobre el suelo de mi cuarto.
Tuve pesadillas casi toda la noche, llorando y temiendo hasta por la vida de mi gatita que suspiraba, casi agónica, en el suelo sin que yo tuviera idea de cómo ayudarla. Pasaron las horas y el llanto, llegó el día, tan estival como hubiera deseado que fuera si acaso los pequeñitos se hubiesen salvado. Una segunda visita al médico y por fin, el pequeño cadáver del segundo cachorrito salió y encontró su sepultura en un vulgar bote de basura. A ella, mi Maya, la tuvieron que intervenir quirúrgicamente, de otro modo, este réquiem habría sido para ella también, y yo no hubiera hallado consuelo alguno.
Tan amargas palabras no habían sido pronunciadas por mí desde hace casi siete años, cuando mi esponjoso cachorro y amigo de la infancia me fue arrebatado y arrojado a yo no sé qué sitio lejano. Su fantasma me persiguió por largos años desesperados, en que busqué el consuelo de su pérdida en cuanto perro o gato o pez o pájaro se me cruzara por el camino, sin hallar en ninguno sus dulces ojos ni su alegre ladrar. Hasta que claro, el cielo me entregó, medio herida pero viva, a mi hermosa gatita. Imaginen, pues, lo mucho que sufrí al saber que esa pequeña adoración mía estaba luchando entre la vida y la muerte, conmigo mirándola desde lo alto atada de manos y sin saber qué hacer.
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus
¿Y cómo perdonarme yo el daño sufrido por ella, cuando ni yo misma sabía cómo actuar? Me reduje a mirar como los adultos, con sus cabezas metidas en todos sitios menos en donde debían, luchaban entre el corazón y la cabeza haciendo cuentas mentales de cuánto dinero les costaría salvar una vida inocente.
Huic ergo
Parce Deus
Pie Jesu domine
Pasando por la noche de angustia y por mis pesadillas recurrentes, mis ganas de llorar y gritar, de renegar de todo, de mi esconocimiento de la obstetricia, de los adultos, del dinero, de los veterinarios, de la Providencia que parecía dispuesta a quitarme lo que más quiero en el mundo, ¡qué noche, qué horas! El cielo no permita que ninguno de ustedes deba sufrir eso.
Donna eis
Requiem
Y ahora solamente me queda ella, dormida y tan débil como la primera vez que la cargué en mis brazos, sin importarme la deformidad de su cara provocada por la sangre, sin importarme las manchas de tierra y mugre en mi uniforme escolar, solo pensando en el frio de aquéllos días de invierno y en el desesperado dolor que me empujaba a hacer lo que estaba haciendo.
Ahora solo queda por decir: requiest in pace, pequeños ángeles peludos. Que en su cielo encuentren el consuelo y la dicha que no hubiésemos podido darles en la Tierra.
AMEN
3 comentarios:
Que desafortunado, pero seguramente estaran en el cielo de gatos con rios de leche y montañas de estambre para jugar.
Mi más sincero pesame Lobita
*Abrazo*
In Memoriam
De alguna manera, puedo decir que te entiendo. Una vez, tuve unos lindos gatitos en mi casa pero por causas que no quisiera recordar, fueron encontrados muertos. A pesar de que sólo los tuve un día, sentí mucho dolor al ver sus pobres cuerpos en el suelo y lloré. Tenía mucho que no lloraba.
Mucha suerte y buena vibra, Lobita. No es fácil esto.
Carpe Vitam.
Lamentable la pérdida, lo siento, pero Maya sigue aquí, y aunque no es fácil siempre habrá más días soleados.
saludos
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