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miércoles, 13 de enero de 2010

TOILETTEFOBIA: LA NUEVA MASACRE HUMANA


Hoy mientras comía en un restaurant x con mi madre santa mis intestinos decidieron hacerme una mala jugada, y tuve que correr a ése lugar sagrado de blancas paredes y sonidos silenciosos al que todos llamamos baño. Pues total que como no pude ubicarlo rápido pregunté. Y, ¿saben dónde estaba? ¡Pues hasta el fondo de un pasillo con una compuerta más rota que la de la barrera anti manifestantes! Pues total que ya entré y... ¡era el baño del terror! Tan minusculo que no había espacio para moverte con libertad (ahora sé lo que siente el mochaorejas en su prisión), la taza de un bonito color blanco cadáver y los focos de la luz amenazando con apagarse en cualquier momento. pues luego de sentir un escalofrío (y de salir bien librada de la experiencia) huí del pequeño y siniestro WC.

Sé bien que a todos nos ha pasado esto alguna vez: el lugar que debería ser de descanso se convierte de pronto en una verdadera historia de horror, igual que los panteones pues. Pero esta ha sido una experiencia light, sencillita y sin repercusiones. ¡No! Me han pasado cosas peores.

Por ejemplo, una vez fui a Puerto Vallarta y me fui en autobús (mis ingresos no alcanzan para un mísero avioncito) y me entraron unas ganas de visitar el.. ejem... cuartito mágico. Y pues ya caminé (más bien vadeé) el tramo del pasillo y por fin! alcancé la puerta. Bueno, el infierno no finalizaba: primero la taza parecía de la Guerra de las Galaxias, toda torcida y con un banquito en diagonal que no sé para qué demonios era, y ya con todo y los trompicones del camión logré sentarme y... bueno, el tambaleo del vehículo no me sirvió de nada. Cuando por fin terminé de hacer mi numerito y me levanté, pasó lo peor: de pronto el camión viró y caí con la cara a escasos centímetros de la taza, por no decir que el pie se me atoró debajo del banquito ese y estuve a punto de morir cuando mi cabecita chocó contra el lavabo de porcelana (a escasos veinte centímetros de la taza). Y entonces, ¡bendición! logré zafar el pie y salí huyendo como loca del cuarto asesino.

Cosillas como ésas me pasaban a diario. Esto incluye otros traumas relacionados con el toilette: la vez que me encerraron en el baño de hombres en la secundaria (era el foco de infección más grande, apestoso y aterrador que he visto en mi vida), cuando vomité todo un baño en un centro comercial luego de hacer lo mismo afuera de éstos, cuando entré al baño de la primaria y hallamos un "regalito" sobre la taza y claro está, cuando mi moneda de 20 pesos dio a parar al interior de la taza sucia del baño. Como era todo el dinero que tenía y debía volver a casa en camión tuve que meter la mano para sacarla. Los cinco minutos más horrorosos de mi existencia.

De este modo, uno se pregunta: si los baños son lugares acogedores donde puedes leer, meditar (¿a que no sabían en qué se inspiró Rodin para hacer "el hombre pensante"?), escribir una novela y (en el caso de los hombres) hacer competencias asquerosas con tus amigos del alma, entonces, ¿porqué el toilette causa tantas dificultades? La respuestas está en la ciencia.

El baño es un lugar bastante peligroso, el 95 % de los accidentes ocurren aquí. Y si al baño le sumanos que sea un baño público, el riesgo es mayor. Por no decir que el trauma. Ya sea que se te acabó el papel o que la cadena no jala o que haya una fila kilométrica delante de tí, el baño no es una opción de vida. Según los científicos, pasamos en promedio dos años dentro del baño a lo largo de toda nuestra vida (sin contar los episodios de estreñimiento o de diarrea), pero aún así, una amiga mía, a la que aquí llamaremos Mo, les tiene miedo. ¡Sí, tal y como lo oyeron! Una vez me dijo que los baños públicos la aterrorizaban. Así nació una nueva fobia: toilettefobia, o sea miedo al baño.

Pero no me hagan mucho caso, por favor. El baño sigue siendo producto de primera necesidad (como la comida, y Hugh Jackman), así que debemos firmar un pacto de no violencia contra éste lugarcito donde, seamos sinceros, descansa en paz nuestra alma.

3 comentarios:

Apolline dijo...

O_o descansa en paz nuestra alma


jajajaja...

-__-''

Guerrero dijo...

Jaja por eso no me gusta ir a los baños públicos a los de la escuela (bueno en la que estoy sí porque son limpios aunque chicos pero ya qué).
Una vez en un camión cuando ibamos a puerto escondido (tenía como 9 años) me dio naúseas de tanta curva que hay, entonces mi papá me acompañó al baño y al tratar de salir la puerta no abría, casi casi tuvismo que tirarla pero una señora abrió antes de que eso pasara y nos contó que a ella le pasó lo mismo... digo si me hubiera quedado encerrado en el baño me huibiera suicidado o algo así antes de salir.


saludos

Ale-chan dijo...

Así es... el baño es un lugar peligroso y apestoso pero necesario. Y algunos sí pueden llegar a ser muy cómodos.

A una amiga se le ha caído su celular en la taza del retrete.... 2 veces. ._.