Paseando esta helada mañana de febrero por las memorias menos tiernas de mi infancia, me he topado con el recuerdo de mi tío contrabandista, quien era fanático de ver las caricaturas matutinas de la Warner Brothers. Como yo tenía en promedio dos o tres años (sí, la época dulce en que no tienes que levantarte a las cuatro de la mañana al baño y te puedes sacar los mocos en público...) se sentaba conmigo a un lado a ver... bugs bunny, silvestre y piolín, el correcaminos (favorito de mi tía) los hermanos warner y... Batman. Porque sí, a mí me sentaban a ver Batman. Tal vez por eso no crecí normal, porque una niñita de tres años sueña con ser una bailarina, tene muchas barbies y encontrar un castillo mágico con muchos unicornios y bla bla bla. Pero noooo, yo crecí deseando ser una súperheroína, tener muchas armas para darle chicharrón a todos los malnacidos y encontrar mi propia baticueva (que en tal caso se llamaría lobitacueva). Me arruinaron la infancia y me convirtieron en la desquiciada que soy hoy en día, jajaja.
Amaba ésa serie, era muy especial para mí, diversión no común en una niña. El único problema fue cierta personita que desde el instante que aparecía me ponía los pelos de punta: el Guasón (o Joker). Saben bien que les tengo pavor a los payasos, ¿no? ¿Y qué efecto creen que tenga en una mente débil e inocente como la de una bebé ver a un payaso haciendo masacres? Aaaah, ¿ya ven?
Fue una suerte cuando vi la película de Burton (Batman, 1989) y en ella el payasito de la tele pasaba a mejor vida (cero spoilers, todo el mundo la vio). Me sentí relajada ante una idea cultivada muy pronto en mi cabeza respecto a los villanos: por más malos que sean, siguen siendo mortales. Y pasaron los años, llegó Batman Beyond (serie de porquería), dejó de gustarme y crecí un poco más normal con Hello Kitty y las Chicas Superpoderosas. Hasta que hace no más de dos años apareció de la nada... esto:
Mi mente rescató de las profundidades sus viejas pesadillas y me aterré ante la perspectiva de combatir ahora con un Guasón nuevo y, por consiguiente, peor que el de las caricaturas o que el de Nicholson. Y cuando me enteré que el nuevo payasito era Heath Ledger (pobre, que en paz descanse el zopenco) no pude menos que reírme. ¿Él, un niñito lindo y súper tierno que sólo había visto en Corazón de Caballero y El Patriota? ¡Ja, qué buen chiste! Pero no, no era ninguna broma ingeniosa. El caso es que fui a verla y lo primero que encontré fue una cara que no era la suya, el "niñito" no estaba ahí, sino mis máximos temores. Aaaaay, mamá...
La película se convertía de un vals animado a una danza macabra con sólo verlo aparecer, o escuchar el molesto zumbido que lo acompañaba segundos antes de atacar. Tuvo un efecto colateral en mí que resultó a la vez beneficioso y perjudicial: me encantó. De entre todos los payasos que pude haber escogido (llámense también Lagrimita, Costel, Krusty) lo elegí a él. ¿Porqué? Remordimiento por su muerte, aburrimiento mental, identificación... elijan la que quieran que cualquiera es cierta. Una parte de mí se sentía identificada con él, tanto por mi gusto por el humor negro como por la sensación de no ser como el resto (para empezar, prefiero mil veces a Beethoven que Banda Pelillos). Así que hasta cierto punto fue bueno.
¿Lo malo? Ah, nada, excepto que mi creciente fanatismo culminó en amenaza porque mi santa madre me advirtió claramente que o dejaba al payasito de la tele o que me fuera despidiendo de mis objetos más preciados y me preparara para una cita con un psiquiatra. Pues sólo así se acabó el encanto, volví a tener coulrofobia y a ser normal (bueno, lo que es normal en mí).
Como han pasado ya dos años y su tumba ya fue olvidada, como el rumor del pleito entre Hugh Jackman y Jack Nicholson ya se disipó, como ya ganó un óscar y la gente ya no está tan alterada con ésta joya de Chris Nolan (joya tan preciosa como El Gran Truco, Memento y Batman Inicia) puedo recordar tranquilamente las escenas escandalosas y siniestras del Guasón y sonreír, ya no con intenciones de asustar a quien me viera, sino por gusto. Y claro, siempre acordarme de la consabida frasesita que lo hizo famoso:
¿Porqué tan seria, Lobita?
4 comentarios:
jajaja! XD zopenco jajaja! Pobre amigo... se murió en mal tiempo.
Me a gustado la entrada.
Volveré por el blog.
Besos
ja es verdad se murio en mal tiempo XD
por fin pude comentar *o*
ten un buen dia :)
Yo ame a ese guasdon, no pudo haber mejor interpretacion... laasstima que haya muerto.
saludos
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